Recuerdo que cuando era pequeño, solía comprar bombas fétidas en el quiosco de mi barrio y, cuando iba anocheciendo, me agazapaba con algún colega en el parque esperando a que apareciese alguna moto del telepizza.
Entonces, cuando aparcaban y subían a las casas, me acercaba y tiraba una bomba fétida dentro de la caja esa donde llevan las pizzas. Luego me iba corriendo y me escondía por ahí.
Fue especialmente gracioso cuando un día volvió con una pizza y la guardí allí dentro para repartirla en otro sitio. Nos vió correr y nos gritó de todo.
¿Recordáis alguna cabronada digna de recordar de cuando érais pequeños?