Bienvenidos al internet, hogar de la depravación y las tinieblas en tiempo real. Recalco tiempo real. Ahora son las diecinueve cuarenta y dos, échale unos minutos más hasta publicarlo. Muy probablemente en este preciso instante haya víctimas de abusos en la red, abusadores en la red, vampiros emocionales y personalidades lo suficientemente débiles como para dar bienvenida a preguntas y proposiciones tóxicas.
Se veía venir, un efecto dominó devastando valores y pilares del saber estar, todo muy carca, muy retrógado, muy fascista si me apuras. Lo que se lleva es necesitar echar un polvo entre menores, sin disimulo, igual que las locazas del pasillo de 2ºD. Pero esto no es nuevo.
Imagino un universo paralelo donde todo el empeño por sentirse completo y realizado en función de las notificaciones fuese invertido en investigar y conocer y ampliarse uno y ampliar el mundo. Las dramaqueen, las divas del soul, la equidad y la igualdad hacia abajo. ¿Dónde está la libertad individual? Dos hostias, a ti y a ti.
Si reivindico la vuelta de la mili y de una sociedad de corte paternalista (y vaya lujazo si apareciera el cirujano de Joaquín Costa) es por hilos como el del amorcito, el del adopta, el de por qué te dejó tu ex, el del mundial y el de la supercopa, y otros muchos tantos.
Esto, señores, es el resultado del café para todos, del reclamar derechos y más derechos. Fuego a discreción, cada día.
Desde aquí, desde el culo del mundo, desde la silla, desde la segunda quincena de agosto, un llamamiento a la cordura, al psicoanálisis global, a la restructuración de los principios y preferencias de cada ciudadano. Soy un nazi en ciertos aspectos, cabizbajo y abatido y renegado al ostracismo si esto es la vanguardia. Quién lo dijo, Joyce o Kool Keith.
Hago mi camino en silencio, a gritos mediante el anonimato. Que cada uno haga lo que quiera, que sea como quiera, claro que sí. Y precisamente por eso digo lo que me sale de la polla, porque se supone que la libertad debe ser un filtro común. No os soporto, no puedo tomaros en serio. Dais asco, cada día sois más y cada día somos menos. Le tengo miedo al futuro, a Pablito, al odio, a los gilipollas, a los reaccionarios y los escurridizos.
Puedo llegar a entender a los críos de Columbine. Un ojalá si ocurriera a mediaset, a buenafuente, a la Morgade, al hormiguero y a tres cuartas partes de la academia de cine español, español, español. Tenemos lo que merecemos. Qué será del mundo cuando muera Dashiell Hammett.
Dichosos los ojos atrapados en el nihilismo, en las dinamos de organismos movidos por la fuerza motriz de la carne -y sólo la carne- sin pretender apreciar más allá. A la mierda la compañía cosmodemónica del mensaje enviado con éxito, de la opción de bloquear, del quita-y-pon-y-vuelve-a-mandarlo-a-la-mierda. Bendigo a todo aquél en desamparo, en reclusión, esquivo. Bendigo a los genios del mutismo. Me da coraje leeros, pero es un foro.
No avanzamos. ¿Recordáis la figura del valido? Sin tilde. El valido. El títere, el presidente de cartonpiedra. Y resulta que el señor Thompson disecciona la personalidad del wii free wifi, la pobre chica del autoestop que se siente viva y completa sólo si alguien la guía. ¿Es esta la juventud que queremos? Sí, el señor Thompson, el de miedo y asco, el de las drogas, con Benicio del Toro. Ese mismo, pero en formato de biblia de la investigación. Un individuo libre, con corazón y una magnum en la guantera.