Estaba yo en la facultad estudiando cuando me he hartado y he abierto el portátil para navegar un poco por internet.
Entro en la web del país y me encuentro con una carta que ha enviado Kichi, el alcalde de Cádiz, a Monedero, por el polémico chalé de Iglesias, ya que éste lo defiende.
La carta, personalmente, me ha encantado, y me he pasado por aquí para compartirla con mi gente querida de mediavida. "La gente está dispuesta a perdonarnos que nos equivoquemos con casi todo, que nos pasemos de rojos, que nos quedemos cortos de rojos, que nos pasemos de puros, que asumamos contradicciones, pero difícilmente nos van a perdonar que nos equivoquemos de bando"
"Querido Juan Carlos,
Hay cosas que es mejor decirlas porque de no decirlas se enquistan y se vuelven cancerosas y no en un año, ni en dos, ni en diez, más tarde, cuando ya la memoria se ha librado de la carga y el corazón ya no recuerda la herida, te hacen un agujero negro que crece en cualquier parte del cuerpo, en el estómago, en el pulmón, en la garganta o en la lengua. Y todo por no decirlo, por no hablar.
Así que voy a hablarte Juan Carlos, a ti que tocabas palmas y cantabas algo parecido difícilmente a una alegría extraña y burlona en tus mítines en Andalucía. Me quedé con ganas de decirte Juan Carlos que a la gente de Cádiz y de Andalucía nos molesta como una ardentía que imiten nuestro acento, que toqueteen nuestro arte con descuido, con malaje, Juan Carlos. Todo con “ange” se puede respetar y comprender en mi tierra, casi todo, pero con malaje nada, por buenas las intenciones que se alberguen, con malaje nada sienta bien aquí. Tendría que dedicar mucho tiempo a explicarte esto del “ange”, Juan Carlos, ojalá tengamos ocasión.
El viernes pasado dije que el código ético en Podemos no es una mera formalidad. Dije que el código ético es una garantía para vivir como la gente, incluso si siendo conocido resulta incómodo. Para vivir como la gente. Lo que están haciendo con Pablo e Irene me parece atroz, me encontrarán al lado, si me quieren, frente a la extremaderecha mediática o política. Por eso es tan difícil opinar con calma, porque hay demasiados intereses que atacan con rabia sobre asuntos, la ética y la humildad, que son ajenos en realidad a muchos de los que critican. A mí la prensa hasta el momento no me ha molestado mucho. Recuerdo una foto de Okdiario en la que salíamos Teresa y yo tomando café en una cafetería del Algarve en nuestras vacaciones de verano y el pie de foto decía algo así como “Kichi y Teresa en la terraza de su casa de vacaciones en Portugal”. Y yo ahí en calzonas y tirantas...Es una "hechura" muy poco alcaldable, Juan Carlos, querido. Recuerdo alguna foto de un polemista local en la que comemos pescaíto frito en un cartucho y nos bebemos un litro en La Caleta un domingo cualquiera, y el titular "Ilustrísimo botellón". Eso es de “ange”, Juan Carlos, así vamos empezando a entendernos. Pero también recuerdo una columna muy malaje en la que se toqueteaba la vida de toda mi familia incluidos mis hijos que tienen una edad ya, Juan Carlos, en la que los niños se enteran de todo, eso tiene mucha malaje, ¿lo vas pillando? Nada me dolió más que eso, ni las querellas del PP por remunicipalizar o de la embajada de Israel por seguir el BDS solidario con Palestina, ni siquiera una foto mía enseñando accidentalmente la hucha o tomando café cualquier tarde con la intención de mostrarme como un flojo “desaliñao”. Es soportable, de momento lo es. Creo que la gente me ve tantas veces por la calle que ya formo parte del paisaje y eso me hace recuperar una especie de íntima popularidad, popularidad no de famoseo sino de pueblo, Juan Carlos, como la gente de los pueblos donde todo el mundo es un poco famoso porque se conocen todos y todas y se saludan simplemente levantando la barbilla y con algún sonido gutural (eso es muy de pueblo de aquí Juan Carlos, escúchalo con respeto pero no lo imites, incluso yo por capitalino no lo haría por respeto al medio rural que nos da de comer).
Nada de eso perturba mi vida, de momento, por eso quizá no he sentido la necesidad de irme lejos. Eso sí, Juan Carlos, lo voy a decir yo porque si no no lo va a decir nadie, ser alcalde es de las cosas más duras que a mi me ha tocado vivir. La alcaldesa o el alcalde del pueblo más pequeño lleva sobre sus hombros un peso y una presión que ni Inda y Alfonso Rojo los dos juntos. No me pesa que me hagan fotos literalmente con el culo al aire, lo que más duele, lo que más pesa, es una abuela, vecina tuya, diciéndote que no come para que coman sus nietos. Es un vecino con los ojos arrasados por la desesperanza de un desempleo de diez años. Es una madre joven y desdentada a la que los servicios sociales han vuelto a "quitarle" un hijo. Es un amigo del que tienes que despedirte otra vez porque tiene que cargar otra vez su tristeza en una maleta y cruzar el puente. Es la última persona sin hogar que se te murió en la calle. Que se TE murió, Juan Carlos, porque las personas sin hogar cuando eres alcalde o alcaldesa no se mueren, se TE mueren. Eso pesa más, Juan Carlos, te lo digo yo que tengo palos de los dos colores.
Y es esa presión de los de abajo la que me obliga a no poder rechazar carga de trabajo para los astilleros. Por cierto Juan Carlos, que recoge el 'Diario de Cádiz' que has dicho que yo "vendo armas a la dictadura de Arabia Saudí", como si tuviera un arsenal en el Ayuntamiento o en mi casa de 40 metros cuadrados. Que yo no tomo decisiones sobre lo que fabrica Navantia es una realidad que han tratado de disimular ciertos medios para ponerme en un aprieto, pero que lo hagas tú, primo... El caso es que hemos encargado un estudio para ofrecer una alternativa completa a la industria de la guerra en Cádiz, hemos trabajado mano a mano los colectivos y los trabajadores y trabajadoras para ofrecer una alternativa a la industria de la guerra, seguiremos en esa línea y exigiendo la reindustrialización sostenible de nuestra tierra. Y es que algo pasa, Juan Carlos, cuando la provincia de Madrid, que es similar en extensión a la de Cádiz, tiene un producto interior bruto diez veces mayor que el de nuestra provincia. Eso no tiene sentido, compadre. Pero a lo que íbamos, que yo puedo haber incurrido en contradicciones en mi gestión, con mi mera opinión sobre la carga de trabajo militar o la condecoración de la patrona de la ciudad, pero nunca lo hice para beneficio propio, lo hice para, si me equivocaba, equivocarme con mi pueblo. Porque, querido Juan Carlos, ante la duda prefiero equivocarme con mi gente que acertar solo.
Termino ya Juan Carlos, mira hermano, aquí el medio de comunicación de la derecha y algunas organizaciones vecinales afines a la oposición han intentado desde el principio de mi mandato pillarme en el renuncio de haberme mudado fuera de la ciudad. Teófila fue alcaldesa de Cádiz más de 20 años viviendo en un chalé fuera de Cádiz. ¿Por qué crees que son tan jartibles con esto del domicilio de los de Podemos? Voy a compartir contigo una hipótesis que tengo: yo creo que es porque la gente está dispuesta a perdonarnos que nos equivoquemos con casi todo, que nos pasemos de rojos, que nos quedemos cortos de rojos, que nos pasemos de puros, que asumamos contradicciones, pero difícilmente nos van a perdonar que nos equivoquemos de bando, porque, como tú y yo sabemos, diga lo que diga Ciudadanos, hay muchas Españas y nosotros nos debemos a la de la gente humilde.
Recibe un abrazo muy sincero de tu primo del sur, Kichi"
¿Qué os parece?