Sus orígenes
Centralia es un pequeño municipio de Columbia, Pensilvania, que fue fundado oficialmente en 1866, cinco años después del comienzo de la guerra civil americana, aunque su origen data de la taberna “Bull’s head” de Jonathan Faust (1841), primer local y negocio que abasteció a los mineros y trabajadores de aquel lugar.
Su fundador oficial fue el ingeniero (minero civil) Alexander Rea, quien se encargó de diseñar y construir calles y parcelas. Cabe destacar que originalmente se conocía el lugar como “Centreville”, pero cambió su nombre al actual en 1865, debido al establecimiento de la oficina de correos.
Fue entre 1860 y 1880 cuando se produjeron las revueltas, asesinatos e incendios de la mano de una organización secreta irlandesa conocida como los Molly Maguires, que a manera de sindicato del terror, imponía sus propias reglas contra la supuesta tiranía de las empresas mineras. Dicha organización fue la responsable del asesinato del fundador Alexander Rea en circunstancias muy extrañas (1868), y tres supuestos autores del crimen fueron detenidos y ejecutados en las afueras de Bloomsburg, también en Pensilvania. Nótese que en casi todos los casos menciono “supuestos”, dada la mentalidad y circunstancias de la época y lugar, y la manera tan cuestionable en que se hacia uso de la ley y la justicia.
El principal negocio minero en esta región ha sido el carbón de antracita, el cual ha perdurado durante casi un siglo, con dos líneas férreas ( Philadelphia and Reading y la Lehigh Valley, hasta 1966) y la carretera estatal 61 que atraviesa el pueblo. La ciudad tuvo su propia escuela con educación primaria y secundaria. También hubo dos escuelas católicas en el pueblo. En una época, el municipio tuvo siete iglesias, cinco hoteles, veintisiete salones, dos teatros, un banco, su oficina postal, y catorce abarroterías y tiendas.
El fuego del infierno
El final de Centralia llegó con el incendio de 1962, que se originó en la quema municipal del basurero que se encontraba ubicado en una mina abandonada del sudeste de dicha localidad. El fuego se propagó bajo tierra, a través de unas venas de carbón, que pasan bajo el pueblo a más de 1000 metros de profundidad, y que se hallan en combustión permanente desde entonces.
Al principio no se le dio importancia a la combustión interna de la mina abandonada, pero se empezaron a dar casos de desvanecimiento, mareos e incluso muertes entre varios habitantes del pueblo, debidos a la emanación de monóxido de carbono que se filtraba en grandes cantidades por todo el suelo de las casas.
En 1979 el propietario de una gasolinera dio la voz de alarma cuando al insertar la vara de medición de combustible vió que casi le quema la mano al sacarla. Introdujo un termómetro atado a una cuerda, y vió con sorpresa que la temperatura media del combustible del tanque era de 78º C.
La cosa fue empeorando, en la medida que se advertía una temperatura inusual del suelo, incluso en invierno, y de las fumatas de humo que ahogaban dicho pueblo en una niebla casi constante. Dicha niebla y la esporádica lluvia de cenizas que hacían irrespirable el aire de la localidad se hicieron cotidianas, hasta el día de 1981 en que Todd Dombosky, de 12 años, cayó en un pozo de decenas de metros de profundidad que se abrió bajo sus pies. El chico fue rescatado, pero este suceso atrajo la atención de todo el país, y en 1984 el congreso de EEUU aprobó un fondo de 40 millones de dólares para la reasignación de todos los habitantes de Centralia a localidades cercanas. La mayoría de habitantes aceptaron la indemnización y se desplazaron a barriadas y localidades próximas, como Ashland y Mount Carmel, entre otras. A pesar de ello, hubo algunas familias que optaron por quedarse, a pesar de las advertencias del gobierno. La iglesia del cementerio sigue dando oficios los sábados a pesar de que solo hay cuatro o cinco habitantes de los mas de mil que llegó a haber censados.
En 1992 el estado de Pensilvania expropió todos los inmuebles del municipio, tanto los que aún quedaban en pié como los que habían ardido por propia combustión. En 2002 el código postal de Centralia fue anulado. Actualmente, las líneas de ferrocarril son inactivas a su paso por Centralia, y la carretera estatal tuvo que ser desviada a principios de los 90 de su paso por la trayectoria original debido a la aparición constante de grietas en el suelo así como también de los alrededores del cementerio.
La colina silenciosa
Tras la expropiación de los inmuebles, casi su totalidad fueron derribados para evitar posibles incendios, dejando un panorama extraño donde más de una decena de calles con aceras se cruzan dejando espacios abandonados en medio, y que solo han sido ocupados por la vegetación y el silencio, en ocasiones cortado por el ruido ocasional de los vehículos que pasan distantes por la R61.
A día de hoy, el fuego persiste en una lenta combustión a más de 1600 metros de profundidad, sin que exista ningún plan para extinguir dicho incendio, el cual está consumiendo una veta de 13 kilómetros de extensión con una duración estimada hasta el año 2260.
El municipio (o lo que queda de él) se puede visitar actualmente desde este link de google maps.
EDITADO:
Aqui incluyo una galería de imágenes del pueblo en diversas épocas, de sus edificios mas representativos y de algunas curiosidades adicionales: