Envíale un virus por mail. EL VIRUS DEL ÉBOLA. Ojo, no envíes el virus del Évole, porque el ordenador se te pondrá a hablar de política, pero usando el tonillo de Paulo Coelho. ES HORRIBLE.
Engáñale para grabar un vídeo en el que diga: “Si estás viendo esta grabación, significa que estoy muerto”. Luego mira el vídeo. Lo habrá matado LA LÓGICA.
“Oye, pssst, tus amigos se han tirado de un quinto piso. ¿Vas a ser tú menos que ellos”.
Llévalo a Texas y difunde el rumor de que es subnormal. No tardarán en condenarlo a muerte.
Cuídale (o cuídala) hasta que sea muy mayor: avisa cuando cruce sin mirar, conduce cuando vaya borracho, seca el suelo de su escalera antes de que salga medio dormido de casa, dona un riñón en caso de que lo necesite. Y cuando se esté muriendo ya por causas naturales, dile que eso le está pasando porque tú has querido. Ríe con carcajadas de señor malvado. Recoge tu dentadura postiza. Ponte la mascarilla de oxígeno, que no te llega el aire.
Si tienes escrúpulos y remordimientos, viaja en el tiempo y evita que sus padres se conozcan. Ojo: no te acuestes con su madre o podrías acabar siendo el padre de tu archienemigo.
Si en cambio no tienes ningún escrúpulo, viaja en el tiempo y asesínalo de bebé.
Qué feo matar a un bebé. ME DA IGUAL QUE SEA HITLER, ES UN BEBÉ MUY RICO.
Guarda silencio cuando estés con esa persona. Igual hay suerte y eres de los que “las mata callando”.
Pido perdón por el chascarrillo de arriba.
“Feliz cumpleaños. ¡Te he comprado un gatito! ¡Sí, es para ti! ¡Claro que es un gatito! ¡Abrázalo, abrázalo!” (Nota: en realidad es un tigre que lleva seis días sin comer).
Para que no sospeche puedes regalarle un gatito. Al que hayas entrenado previamente para convertirlo en un GATITO NINJA ASESINO.
También puedes regalarle un gatito muy pequeño. Un gatillo. Cuando lo coja y le haga carantoñas, se le disparará por accidente en la cara.
Si toma café descafeinado, puedes entrar a trabajar en su cafetería habitual y servirle café con cafeína. Es posible que tome descafeinado porque sea hipertenso y le acabes provocando un infarto por culpa del cual tal vez muera. Es posible que no, que sólo tome descafeinado porque sea asqueroso incluso para tomar café. No me extraña que quieras verlo muerto. Pero al menos tendrás un empleo, que hoy en día ya es mucho, que no falte, no te puedes quejar, etcétera.
Diseña un casco pararrayos y pónselo en la cabeza disimuladamente cuando haya tormenta. Haz como que bostezas y estira mucho los brazos. Luego puedes silbar.
Las posibilidades de morir en un accidente aéreo son de una entre sesenta millones: cómprale sesenta millones de billetes de avión.
“A ver, ponte aquí, un poco más a la derecha, muy bien. Quieto”. Cuando digo “aquí” me refiero a algún campo de prácticas de lanzamiento de jabalina para los juegos paralímpicos.
Mételo en un coche y libera a un elefante del zoo. Todo el mundo sabe que los elefantes aplastan coches. Es una cuestión instintiva. Les deben recordar a su jefe o algo así.
Mátalo a besos.
No, hombre no, ¿cómo vas a matar a alguien así? Eso es una frase hecha que no tiene ningún sentido.
Yo creo que toda esta campaña para que de repente comamos yogures caducados comenzó porque alguien quería matar a otro alguien. “Claro que eso está bueno, si la fecha es sólo orientativa; come y verás, anda; tú dale, sin miedo”.
Convéncele de que tiene 102 años y de que ya ha vivido una larga y hermosa vida. Quién iba a decirte que te quedarían ganas de seguir luchando cuando tu esposa murió hace ya casi tres décadas. Pero aquí estás, con ocho nietos, tres biznietos, dos bisagras y un total de cuarenta y siete dioptrías. Morirá cansado y satisfecho, con una sonrisa muy idiota en los labios. Qué tonto es.
Convence a su madre para que aborte. Sí, es posible que abortar cuando el niño tiene 36 años sea un poco ilegal, pero no sé, que vaya a Londres.
Incendia un edificio y asegúrate de que dentro quedan una mujer, un bebé y un cachorrito. Insiste en que él es el único que puede salvarlos. Apela a su humanidad y a su madera de héroe. Pero sabes perfectamente que no lo conseguirá. Porque no tiene piernas. (Nota: utiliza esta técnica sólo en caso de que no tenga piernas. Sin brazos también puede valer).
Invítale a una copa de vino y arroja en la tuya el veneno que guardas en el anillo. Como seguro que ya sospecha de ti, creerá que le has servido un copa envenenada y te la cambiará, bebiéndose él la que tiene el veneno.
Aunque también es posible que piense que tú ya habías previsto esto y que por tanto el veneno estaba en la tuya desde el principio, por lo que te la volverá a cambiar.
Que a lo mejor es él quien quiere envenenarte a ti. Cambia otra vez las copas, muy indignado.
“¿Y si nos bebemos media copa cada uno?” Entonces es cuando sacas la pistola y le disparas en la cabeza. Infalible.
Fuente: https://laconspiracion.es/2013/11/28/28-formas-infalibles-de-matar-a-alguien/