Quiero proponer un ejercicio, aprovechando esta situación que está poniendo en evidencia los límites de nuestro sistema actual.
El ejercicio consiste en detectar los fallos en nuestro sistema, que siempre hemos intuido, pero que ahora son más evidentes que nunca.
Por ejemplo:
Residencias de ancianos
Un sistema que hacina a los más mayores, porque cuidarlos en casa es incompatible con una vida laboral/personal.
Provoca miles de muertes, porque aglutinas a la población más delicada en recintos cerrados.
11.600 muertos por coronavirus en residencias de ancianos
No entro en si estas muertes son por la mala gestión, o las responsabilidades. Entro en que, en algún momento, se fue popularizando una solución al "¿y ahora qué hacemos con el abuelo?" que consistía en "deshacernos" de ellos y llevarlos a un lugar con otros ancianos a que los cuiden. Y eso es porque la sociedad en la que vivimos, la que nosotros mismos creamos cada día, no está hecha para tener tiempo de cuidar a nuestros padres y abuelos. Sencillamente no caben en nuestro estilo de vida. No es ni bueno ni malo, es un hecho. Pero ahora tenemos tiempo para repensar o reflexionar al respecto.
¿Eso es lo que queremos o es lo que hay?
Otro ejemplo:
La educación
Tenemos ahora mismo a todos los estudiantes y a los docentes de España (del mundo entero, en realidad) improvisando una forma de dar contenidos online.
¿No sería un buen momento para repensar el sistema educativo en su totalidad? Cambiar roles, adaptar contenidos, mejorar los mecanismos de actualización de los planes de estudio, generar sistemas que procuren mayor libertad al estudiante de elegir qué quiere estudiar, etc.
Los docentes se preguntan si todo este esfuerzo ha valido para algo.
No entro en si habría que quitar o no religión de las aulas. Hablo del sistema en general. En el siglo XXI la materia prima fundamental de la civilización es el conocimiento. Si no aprovechamos este tiempo de pausa para proponer nuevos modelos ambiciosos y eficientes, ¿qué estamos haciendo?
La idea del hilo es reflexionar sobre qué sociedad tenemos y qué sociedad queremos. Y detectar los cuellos de botella que se han evidenciado con el coronavirus.
Sin entrar en un debate agotador de izquierda/derecha, liberalismo/keynesianismo, ¿Seríamos capaces de reflexionar sobre los límites de nuestro sistema?