Científicos holandeses usan células madre de vaca para crear la primera carne sintética
Desarrollar la hamburguesa ha costado cinco años y 248.000 euros. La fabricación de esta hamburguesa concreta solo ha llevado tres meses. Y eso es “menos de lo que tarda en crecer una vaca”, como señaló con un punto de guasa el científico Mark Post durante la presentación de su trabajo ante la prensa. El científico espera, como es lógico, que los costes y los plazos se reduzcan si la técnica llega a la práctica industrial. Y eso es lo que él desea.
Según sus propios cálculos, las ventajas de la nueva hamburguesa sobre la carne producida por los métodos convencionales son un argumento elocuente: un 45% menos de gasto energético, un 96% menos de emisiones de gases de efecto invernadero, y un 99% menos de superficie cultivada. El ganado, y en especial el vacuno, contribuye al cambio climático con su frecuente emisión de metano –producto de la pesada digestión del pasto—, un gas cuyo efecto invernadero es 21 veces más poderoso que el del dióxido de carbono.
“El incremento de la demanda de carne incrementará de forma significante los niveles de metano, dióxido de carbono y óxido nitroso, y causará una pérdida de biodiversidad”, sostiene Post. “La carne de vacuno cultivada en laboratorio es probablemente una opción más sostenible, que cambiará para siempre nuestra forma de comer, y de pensar sobre lo que comemos”.
Los científicos han partido de unas pequeñas muestras de tejido muscular tomadas de una vaca con una intervención mínima e indolora. Ese tejido contiene dos tipos de células madre, las precursoras del músculo y las de la grasa, y de momento solo han trabajado con las primeras. Las han cultivado en placas, las han estimulado a crecer y proliferar y han hallado la forma de convertirlas ('diferenciarlas', en la jerga) en 'tiras' de tejido muscular de alrededor de un centímetro de largo. Hacen falta unas 20.000 de esas tiras para crear una hamburguesa del tamaño típico.
“Su sabor es bastante intenso, y realmente está cerca de la carne, aunque no es tan jugosa”, dictaminó Ruetzler tras la cata. También dijo (y varias veces): “lo que echo de menos es algo de sal y pimienta”. La crítica no iba dirigida al biólogo Post, sino al cocinero McGowan, que la encajó con esa especie de resignación recóndita que solo un cocinero británico es capaz de fingir con verosimilitud.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/05/actualidad/1375702814_124310.html
Pregunta para los vegetarianos y veganos del foro: teniendo en cuenta que esa carne no ha salido de un organismo con sistema nervioso, y asumiendo que se vendiera a un precio similar al de la carne normal, ¿os la comeríais?