Madre mía qué desastre de exposición y de planteamiento. Deberías poner más atención en los conceptos que usas y expresarte con algo de propiedad.
Pero bueno, tampoco es mi intención la crítica destructiva. Así que diré que el mirar al pasado con complacencia y con superioridad es algo que se viene haciendo desde el principio de los tiempos.
Antes de ver la pajín en el ojo ajeno deberíamos analizar la cuestión religiosa desde sus sustitutivos modernos, esos placebos que nos han venido a iluminar con la posesión de lo infinito. Podemos pensar que hace un siglo nuestros antepasados eran iletrados que no conocían el mundo, y no recaer que no es lo mismo El Mundo que su mundo. Eran mucho más conocedores de aquello que les rodeaba, tenían una sabiduría que les convertía en chamanes de su día a día y que contemplada de forma retrospectiva añoramos con cierta condescendencia. Sin embargo el hombre moderno interactua con un entorno muchísimo más extenso pero no más complejo, y en proporción lo desconoce infinitamente más que antaño.
Relegamos el conocimiento a agentes altamente especializados, en los que llegamos a creer ciegamente y a los que relegamos nuestra voluntad al vernos incapaces de alcanzar ese nivel técnico. Eso da lugar a una división cada vez más pronunciada del conocimiento técnico de las élites económicas o políticas frente al ciudadano medio que es, a su modo, un nuevo tipo de absolutismo. El sermón de los domingos ha sido sustituído por la revista Science. Sólo hay que investigar sobre neolamarckismo o disidentes del Cambio Climático para ver cómo los lobbies científicos en manos de las grandes corporaciones pueden desprestigiar hasta conseguir el silencio de aquel que aporte opiniones alternativas. Y al final, sostener determinados postulados o confiar en las autoridades es sólo una evolución postmoderna de la fe.
Siendo así, creo que debemos conocer y comparar pasado y presente para identificar nuestros defectos antes que para darnos palmadas en el pecho.
¿Es necesario creer? logicamente sí, es una respuesta humana. Y canalizar esa necesidad de manera colectiva un reflejo necesario de nuestros instintos de supervivencia (gregarios) más básicos.