Yo he encontrado la solución para que la gente no se ahogue, ahí va, pero por favor, no lo patentéis sin mi consentimiento:
Yo que vivo cerca de Sitges (donde hay mucho maricón suelto), me encontré un día caluroso de febrero bañándome en el mar. He aquí mi sorpresa, que me metí justo en una corriente de resaca. Y resaca aquí, resaca allá, casi que veía ya los molinos de la Mancha.
Pero mi sorpresa vino cuando se me acercaron dos apuestos guardianes del mar aka socorristas y simplemente con el hecho de acercarse a mi, ya noté que flotaba solo, sin la ayuda de nada.
Mientras me llevaban a la orilla, noté que me sobaban de más, pero yo no dije nada porque lo hacían gratis, y ya que pasábamos un buen rato los 3 pues mira, y si encima es gratis, pues olé por Doraemon.
Luego me di cuenta de que eran mariconcetes perdíos, y ahí fue dónde me di cuenta de todo:
del aceite que perdían los cabrones, dejaron un rastro que se untó en mi de tal manera que me hacía flotar (ya sabéis que debido a las diferentes densidades que poseen estos líquidos, no se mezclan).
Pues ahí estoy yo, pringoso de aceite, pero vivo.
El camino de vuelta fue lo peor, estaba en tierra hostil y el aceite no me lo pude quitar.