Hablemos claro.
Las mejores cestas de navidad se conceden en las pequeñas empresas donde la capacidad de respuesta ante la mediocridad retributiva es alta.
Trabajo en una empresa de +18.000 empleados y cada año que pasa la calidad de la cesta cae un 12%. Sin ir más lejos se han atrevido a poner un tinto Faustino de 3 euros que no vale ni para calimochos.
Por otro lado, ataquemos a la mercadotecnia. ¿Qué es eso ahora del Jamón Duroc? Por favor no eleven de categoría a lo ramplón aprovechándose de la ignorancia del consumidor-desconocedor que es incapaz de diferenciar calidades y cualidades.
Quiero generar un debate un tanto más abierto donde volquéis este tipo de conductas sobradas de las grandes corporaciones.
Un país como el nuestro que posee los mejores aceites, vinos, encurtidos del mundo, sin lugar a dudas, debe corresponder a sus habitantes con unos estándares de calidad y de precio que honren a la bandera.
Yo estaría dispuesto a honrar una bandera donde el rojo sea un excelente vino de Tacoronte, o un fastuoso Ribera o un robusto Somontano. Y el amarillo fuera el cebo de un cerdo trufado. O un excelente aceite virgen prensado en frio
¿Pero habéis visto los jamones envasados de la mayoría de los supermercados?
Es terrible.
Una vez tuve la fortuna de ver a un yonki fuera sistema, pero de esos que ven la matrix, recibir un queso curado en lochas de envase, semi agradecer y tras abrirlo y probarlo escupirlo, o sea un muerto de hambre escupir comida y decir: Esto no es comida, es plástico.
Alea.