Muy buenas noches mediavideros de a pie.
Hoy, día 30, la persona a la que más aprecio le tengo en este mundo tendrá que volver a marcharse otra vez. Es mi hermano. A las 6 de la mañana tomará un vuelo de unas 20 horas vía Reykjavík (desde Santiago, escala en Madrid y Bilbao) hasta NYC.
La marcha de un hermano mayor siempre es dura, y más cuando tu relación es tan positiva con él. Quizá sea la única persona de mi familia con la que realmente conecto y sé que puedo hablar. Él, lo mismo. Bueno, ya sabéis cómo son las cosas entre hermanos.
Trabaja para la universidad de Columbia. Todo un hito para un joven de 27 años. Dedica, no obstante (así de absorbente es el modelo americano) casi todo el tiempo de su vida a la investigación, a la organización de conferencias y la preparación de las clases. Es todo un orgullo para mí sí, pero eso es secundario. Aprecio de él el hecho de que se acuerde siempre de mí, que sea realmente capaz de entenderme cuando estoy mal o cuando necesito ayuda y, sobre todo, me hace sentir importante cuando él mismo espera de mí lo mismo.
La verdad, desde hace ya 4 ó 5 años no vive con nosotros: París, Berlín, Estrasburgo, desde el año pasado Nueva York... su carrera lo ha llevado por distintos derroteros, siempre apartado de nosotros. En parte estoy seguro de que ese exceso de trabajo también es algo que lo ha ido consumiendo, su espíritu, su sentido del humor. Sigue siendo sin embargo una persona por la que daría la vida.
Y soy egoísta, lo sé. Tengo la más absoluta certeza de que de ahora a cuando se vaya (6:00 más o menos) no podré dormir y estaré amargándome. Es muy duro que la persona a la que más aprecias sea precisamente la que las circunstancias y las vicisitudes de la vida más han alejado de ti.
Comparto esta historia con vosotros, porque sé que alguno de vosotros también ha tenido que separarse de alguien muy querido para él. Por eso, hoy, y sin miedo alguno a vosotros declaro mi amor fraternal por mi hermano. Probablemente él nunca lo sabrá. Nunca sabrá que tras 4 ó 5 años nunca me he acostumbrado a verlo marchar y a formar cada vez más una parte más anecdótica de mi vida.
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RPV: mi hermano se va y no vuelve hasta dentro de un año. Buahh buahhh.