En la ciudad de Pamplona, un joven llamado Iker llevaba una vida apacible y sencilla. Tenía alrededor de 25 años y trabajaba en una tienda de libros antiguos en el centro de la ciudad. Era conocido por su amabilidad y su pasión por los videojuegos, especialmente el Counter Strike. Pasaba sus noches en línea, compitiendo en partidas emocionantes y ganándose un estatus de leyenda en la comunidad de jugadores.
Un día, mientras caminaba por el casco antiguo de Pamplona, algo extraño ocurrió. De repente, Iker notó que su visión se volvía más aguda, como si pudiera ver en la oscuridad sin esfuerzo. Al principio, pensó que era solo su imaginación, pero pronto descubrió que también tenía una fuerza inusual y una velocidad que lo hacían destacar en cualquier actividad física que intentara.
Intrigado por sus nuevos poderes, Iker comenzó a investigar manuscritos y descubrió historias sobre semidioses y héroes de la mitología griega. Empezó a creer que él mismo podría ser un semidios descendiente de los dioses griegos. Cada vez que se miraba en el espejo se quedaba maravillado ante su cuerpo escultural de dios griego, algo tan perfecto no podía ser fruto de la casualidad, pensaba.
Iker comenzó a llevar una doble vida. Durante el día, seguía trabajando en la tienda de libros y mantenía su personalidad tranquila y amigable. Pero por la noche, se convertía en "Iker el Semidios" y patrullaba las calles de Pamplona en busca de situaciones en las que pudiera utilizar sus poderes para ayudar a la comunidad.
Un día, mientras caminaba por un oscuro callejón, se encontró con un grupo de delincuentes que estaban a punto de atacar a una persona indefensa. Iker no dudó y usó su visión nocturna para desorientar a los criminales y su fuerza bruta para derrotarlos. Luego, desapareció en la oscuridad antes de que pudieran reaccionar.
Su fama como el misterioso protector de Pamplona creció rápidamente. La gente comenzó a hablar de él como si fuera un auténtico semidios, un héroe legendario. Iker disfrutaba de la atención y se sentía cada vez más convencido de su estatus divino.
Sin embargo, su obsesión por su "divinidad" comenzó a afectar su vida diaria. Se volvió arrogante y distante con sus amigos y familiares, convencido de que ya no era uno de ellos. Pasaba más tiempo patrullando las calles que en su trabajo y su rendimiento comenzó a decaer.
Un día, mientras jugaba al Counter Strike, Iker se jactó de que era invulnerable y que podía matar a cualquiera de una bala. Pero en medio de la partida, fue derrotado por un jugador talentoso, lo que lo dejó en un estado de humillación y rabia. En un acto reflejo, Iker le acusó de usar aimlock y wallhack, pero al ver al demo de la partida descubrió que el talentoso jugador estaba limpio. En ese momento Iker se dio cuenta de que sus poderes no eran tan invulnerables como creía y que había perdido su verdadera esencia en busca de la fama y la gloria.
Iker finalmente entendió que no era un semidios ni un héroe, sino un joven común y corriente que estaba terriblemente bueno y que contaba con algunas habilidades especiales, entre las que se encontraba hacerse con una bala a cualquier player del Counter Strike. Iker decidió volver a la realidad, disculparse con aquellos a quienes había descuidado y utilizar sus poderes de manera responsable.
La historia de Iker nos recuerda que, a veces, la verdadera grandeza reside en la humildad y en el uso de nuestros dones para ayudar a los demás, en lugar de buscar reconocimiento personal.