- Un cuarto de siglo después de su apoteosis olímpica, Barcelona se enfrenta a un problema que ni el propio Ayuntamiento niega: la creciente inseguridad en sus calles.
- Sólo un dato: hasta agosto, los delitos han subido un 19%, mientras que en otras grandes ciudades como Madrid permanecen estables.
El Raval tiene un barómetro más efectivo que los oficiales para calibrar la productividad de sus carteristas. Todo depende de la cola en la comisaría de los Mossos, en la calle Nou de la Rambla. «Si hay 30 o 40 personas esperando en la calle, ese día la cosa está mal», asegura un vecino nacido y criado en el distrito de Ciutat Vella. «Este año se han visto colas enormes en toda la manzana, sobre todo en verano».
En el último año, los delitos en la ciudad han crecido en cifras muy superiores al del resto de grandes ciudades. Un 19% hasta agosto, sobre todo hurtos y robos, según datos de Mossos y Guardia Urbana. Para entender la gravedad del dato, en Madrid subieron sólo un 1%, según datos del Ministerio del Interior.
El top manta cree que es una de ellas. Un fenómeno que la oposición vincula a la «inacción» de Colau, como si uno nunca hubiera existido sin el otro. Un argumento que no se sostiene. Las mantas llevan en la ciudad más de una década. Ni PSC ni CiU encontraron una solución que ahora exigen. El número de vendedores, en todo caso, sí ha crecido por lo que los partidos y el candidato outsider Manuel Valls creen un efecto llamada por las políticas municipales de mano blanda. El Consistorio sitúa en 700 el número de manteros. La oposición ve en las calles más de 2.000. Cada día decenas de ellos ofrecen falsificaciones en el el metro de plaza Catalunya, o en el paseo Joan de Borbó. Sólo la lluvia o los esporádicos operativos policiales les llevan a desistir de vender zapatillas, bolsos o camisetas de fútbol. La escena contrasta con los yates de lujo atracados en el Port Vell, a pocos metros.
Desde el primer día, Colau renunció a la policía como «única solución» y añadió salidas «sociales». En su contra juegan muchos elementos. La seguridad entre ellos. El top manta también ha dejado imágenes que asemejan a una ciudad sin control. La última en agosto, cuando un turista y varios vendedores se enzarzaron. El visitante acabó herido y el Gremio de Hoteles y la Fundación Barcelona Comercio estallaron contra un nuevo golpe a la imagen internacional de la ciudad.
https://www.elmundo.es/papel/historias/2018/11/15/5bec6da8468aeb411c8b464c.html
Por fin salen noticias para alertar de la puta pocilga que se está volviendo Barcelona, manteros por todos lados, delincuentes, narcotraficantes, okupas, la ciudad es una pocilga.