Dejo aqui un excelente articulo.
Hago un pequeño RPV: Si España fuese una tienda normal, todos estos años de bonanza se habrian producido por vivir del dinero que entra prestado desde fuera, y no por las ventas de la propia tienda.
Parece que pronto todos los que prestaron e invirtieron dinero en la tienda podrian dejar de prestar y reclamar lo prestado.
La unica solucion sera paro inmenso que disminuya nuestro nivel de vida. La clase media esta sentenciada.
España, S.A., esa tienda 24 horas llamada a la quiebra
Imagínense ustedes una tienda que se encontrara en la siguiente situación. Durante años y años había incrementado sustancialmente sus compras tanto de aprovisionamientos para autoconsumo, como de bienes intermedios llamados a ser transformados y, finalmente, productos destinados a su comercialización directa. Aunque las ventas se situaban sustancialmente por debajo de las adquisiciones, a los proveedores parecía no importarles demasiado. La tienda pertenecía a la Unión Gremial, organismo internacional que, para comodidad de todos los afiliados, había impuesto tanto una moneda común, que impedía cualquier tipo de rebaja si a alguno de los establecimientos no les iban también las cosas, como unas políticas homogéneas de financiación al establecer de modo uniforme el precio del dinero. Pese a que la institución abarcaba realidades muy distintas, al acreedor poco le importaba. Había una realidad supranacional que pasaba por encima de las peculiaridades locales y que actuaba como paraguas en caso de tempestad.
Además, hasta entonces los proveedores eran conscientes de que esa tienda vivía un proceso de enorme desarrollo, probablemente sin parangón en el mundo comercial occidental en los últimos años. Con la entrada en la Unión Gremial, el resto de los asociados habían echado el resto para adecuar sus estándares a los que regían en otros establecimientos similares, mediante una cuantiosa aportación de fondos. Las rebajas monetarias dispararon las ventas de todo tipo de productos, especialmente los ligados a la vivienda, lo que provocó un enorme incremento de la plantilla con mano de obra fundamentalmente extranjera. En un entorno, además, de bajos precios, goldilocks o crecimiento sin inflación, los aumentos en la actividad de la sociedad económica, tanto en términos nominales como reales, eran la envidia de muchos de los otros socios de la Unión, que se planteaban incluso, sotto voce, si no habrían sido demasiado generosos en el pasado. Esa tienda 24 horas, abierta todo el año, que era y es España, aparentaba navegar a todo trapo, camino del liderazgo mundial en no se sabe la cantidad de facetas. A nadie parecía importarle los cimientos de deuda sobre los que se construía esta historia. ¿Hasta cuando?
Parece que llega la hora. Porque miren ustedes: mal, muy mal, tienen que ir las cosas cuando una de las noticias más importantes de la semana, al menos desde el punto de vista económico, se ha quedado como mero teletipo de agencia que no merece ni mayor relevancia, ni más profundos comentarios. Ya se sabe, a fuerza de repetir lo extraordinario, se acaba convirtiendo en cotidiano. El déficit de la balanza comercial española ha crecido en marzo un 20,2% respecto al mismo periodo de 2007. Aunque el tendero, llámese gobierno, lo achaca parcialmente al efecto Semana Santa, la crudeza de las cifras invitan a pensar de que la solución de este desequilibrio financiero, ni va a ser rápido, ni se va a producir de forma sencilla. Más bien al contrario. El hecho de que la importaciones o compras crezcan al doble de ritmo que las exportaciones o ventas(10,1% contra 5,2%) y que la base de partida de aquellas (74.259 millones de euros) se sitúe un 57% por encima de éstas (47.431.3) implica que sólo un freno drástico de las compras y un aumento súbito de las ventas permitiría corregir el gap entre unas y otras que nos ha convertido en líderes de déficit comercial respecto al Producto Interior Bruto a nivel mundial.
Tradicionalmente una situación como la descrita se resolvía mediante instrumentos de política monetaria, ya fuera devaluación de la moneda, con el fin de aumentar la competitividad de las ventas, o aumento de tipos de interés que buscan atraer capitales extranjeros que sigan financiando la fiesta. Sin embargo, ambas posibilidades quedaron invalidados como consecuencia de la entrada en la Unión Gremial. La solución hay que circunscribirla, por tanto, al ámbito interno. O bien se desaceleran las compras, esto es, cae la demanda interna, con el consecuente efecto sobre la actividad y el empleo, o se incentivan las ventas, mediante mejoras de la competitividad, especialización e innovación, requiriéndose, en cualquier caso, la fortaleza de las cuentas públicas como elemento estabilizador. Pues bien, ni una, ni otra, ni la tercera. La dependencia energética de España (el 80% de su aprovisionamiento es exterior), que hay que acometer a cualquier precio, impedirán una reducción drástica de las compras; el nivel actual del euro, aunque corrija parcialmente, limitará que cualquier cambio de modelo de crecimiento que se quiera implantar, nuevo esquema cuya materialización llevará tiempo, se concrete en mayores ventas a corto y medio plazo a lo que tampoco ayudará el enfriamiento mundial; el superávit de la Administración del Estado tiene los días contados y más si nos atenemos a los terribles datos de Funcas del jueves (ojo con la Seguridad Social).
¿Y entonces? Pues bueno, falta el elemento clave a mi juicio de toda esta ecuación. La equis del particular galimatías económico en el que nos encontramos. Si uno es financiado es porque hay alguien que financia. Y todo el que financia espera obtener un retorno al dinero prestado equivalente, al menos, no tanto a la inflación cuanto a su coste de oportunidad de no estar financiando otro mercado, función de su perfil de riesgo. Pues bien, ¿cuál es el argumento ahora para mantener el crédito a un país que debe hasta la camisa, donde las soluciones internas a aplicar resultan, cuando menos, de dudoso éxito y lejanas en el tiempo y la política económica exterior tradicional de imposible aplicación? Ustedes mismos. No quiero ni pensar lo que puede ocurrir el día en que muchos de los que hasta ahora participaron en el crecimiento de la tienda, decidan que ha llegado el momento de cerrar las líneas de financiación y mirar hacia otro lado. El pasivo, apuntes contables aparte, tiene un pequeño problema: su exigibilidad. Y normalmente cuando las cosas se complican, y parece que hay algún problema crediticio en el planeta, es cuando los acreedores hacen cola a tu puerta, sálvese quien pueda, reclamando lo debido. La Unión Gremial y la globalización, sin duda, actuarán como parapetos. La resistencia de ese establecimiento que es España, S.A. dependerá de la virulencia de la tormenta. Y los nubarrones son de cuidado. No estamos tan lejos de Islandia. Buena semana a todos.