Después de años y oír varias veces de qué buen sistema tiene Finlandia y todo esto, y que deberíamos imitarles y blabla... Con un poco de conocimiento de causa por estar estudiando aquí, he de decir que es más que improbable que España llegue a un nivel similar sin hacer un reset.
En Finlandia también hay problemas, también hay recortes (en mi universidad, nuestra tutora ya nos ha comentado que el año que viene quizá haya menos horas de clase y más de trabajo personal) pero no de la misma manera, la prioridad es diferente. Aquí los profesores, salvo excepciones (algunos doctorados), son gente que vive para enseñar con pedagogía, y los alumnos esperan aprender. Tampoco creo que sea la utopía, siempre habrá algo para mejorar, pero su sistema les funciona mejor que el nuestro.
Como dice #180, en España el bachillerato es un filtro para la universidad. Pero en mi opinión el problema es la importancia que se le da a la universidad y se discrimina a las alternativas, como el FP. Aquí, por ejemplo, la idea de FP está potenciada hasta el punto de derivar en un doble sistema universitario de universidades y politécnicas, siendo las segundas grados de contexto práctico, con menor contenido teórico y énfasis en la formación laboral (Ejemplo: Medicina = Universidad, Enfermería = Politécnica). Lo mejor es que no hay inconvenientes por cursar FP y pasar a la universidad, hacer bachillerato e ir a politécnica o cursar un máster de politécnica viniendo de grado de universidad y viceversa. Además, si a mi me apetece, puedo matricularme de cualquier asignatura que se dé en mi universidad aunque no sea de mi área ni en mi facultad, y también hay la opción de cursar créditos en otras universidades sin coste alguno. En resumen, que te puedes formar como quieras, las opciones están por todas partes porque el sistema es flexible.
Para acabar, como punto curioso: Respecto a las horas de clase en la ESO y bachillerato, decir que mis compañeros de clase fineses no tienen ni puñetera idea de gramática. El finés es jodido, ellos lo aprenden por inercia de la misma manera que se aprende a hablar cualquier otro idioma desde críos, pero no les llenan de gramática ni sintaxis salvo que estudien algo referente al idioma, como literatura finesa.