La sociedad nos ha vuelto inútiles. Hace algunos miles de años, con apenas pasada la adolescencia tenías 2 hijos que alimentar, habías perdido uno o dos dientes, habías vivido hambre, guerras, robos y sufrimientos de los que ahora ni nos imaginamos.
Tus padres no iban a vivir hasta los 80 años. No tenían pensión. No te iban a dejar dos pisos para que los alquiles y vivas de eso.
Ahora simplemente no estamos expuestos al sufrimiento hasta etapas muy avanzadas de la vida. Eso provoca una frustración vital muy profunda, porque no entiendes qué has hecho mal cuando llegas a los 30, 40...
Y la realidad es que has vivido en una burbuja sin preocupaciones reales, sin sufrimiento. Y todo te genera ansiedad, todo te agobia. De repende tu jefe es un capullo y no sabes gestionarlo. Tu salario es una mierda y no ahorras. No tienes futuro. Y piensas, qué coño he hecho mal. Y la respuesta es que la vida ya era una basura, simplemente es ahora cuando te estás exponiendo a eso.
Aquí ya pasan dos cosas, una u otra. O te amargas, te apagas, sigues en un statu quo de lamentaciones y ansiedad, o aprendes que la vida es una puta mierda, pero que también es maravillosa si la exprimes y la vives con intensidad.
Cuando te lanzan al río tienes dos opciones. Hundirte o nadar. La mayoría de la gente vive hundida, en ciclos repetitivos dentro de su zona de confort. Y tener un hijo, tener una pareja y comprometerse con ella de verdad, tener grandes proyectos de futuro son cosas que te sacan de forma considerable de tu zona de confort. Y ya nadie quiere eso. Es más fácil hundirse y contar las piedras del fondo, ya les has tomado cariño y el resto te asustan y te agobian.
Toma decisiones. Adquiere compromisos. Esfuérzate. Vive. La vida es cambio. El cambio es sufrimiento. Duele nacer y duele morir, pero todo lo que pasa entre medias puede ser maravilloso.