Tras ver los primeros capítulos de un anime que se está editando ahora (Fate/Zero), en el que aparecen nombres de personajes históricos, googleando los nombres de aquellos que no conocía, descubri un hombre bastante interesante (y terrorífico). Ese hombre es Gilles de Rais, una persona obsesionada con la muerte, el dolor, la tortura y la excentricidad.
Gilles luchó en la Guerra de los 100 años junto a Juana de Arco, personaje que ya seguramente conoceréis algo más en profundidad. Se dice que era un gran guerrero, ya que su pasión por la sangre y la muerte hacían que él pudiera "expresarse" en el campo de batalla. Tras largas batallas, reunió una gran fortuna.
Este hombre es conocido como uno de los mayores despilfarradores de la historia: tenía varios castillos, y no reparaba en gastos. Todo tipo de lujos y excentricidades le atraían, y jamás renunciaba a ello. Por ejemplo, el arte era una de sus debilidades: le excitaba todo tipo de arte, sobre todo la música, entre la cual el órgano era el instrumento que más despertaba su interés. Su pasión era tal, que llegó a encargar un pequeño órgano portátil para poder deleitarse con su sonido hasta en sus pequeños desplazamientos.
Pero por lo que es realmente conocido Gilles de Rais, es por su locura y su fama de asesino en serie. Raptó, torturó y asesinó a cientos de niños, y por ello fue culpado y ejecutado.
La parte de la vida de este hombre que hace que se merezca un thread aquí, es el siguiente texto, que no dejará indiferente a ninguno. Solo diré, que es una de las cosas más interesantes, locas e inhumanas que he leído en meses, algo que me ha dejado de piedra. Impactante hasta para el mismísimo diablo... Fragmentos de sus declaraciones antes de ser ejecutado:
" Yo, Gilles de Rais, confieso que todo de lo que se me acusa es verdad. Es cierto que he cometido las más repugnantes ofensas contra muchos seres inocentes —niños y niñas— y que en el curso de muchos años he raptado o hecho raptar a un gran número de ellos —aún más vergonzosamente he de confesar que no recuerdo el número exacto— y que los he matado con mi propia mano o hecho que otros mataran, y que he cometido con ellos muchos crímenes y pecados.
Confieso que maté a esos niños y niñas de distintas maneras y haciendo uso de diferentes métodos de tortura: a algunos les separé la cabeza del cuerpo, utilizando dagas y cuchillos; con otros usé palos y otros instrumentos de azote, dándoles en la cabeza golpes violentos; a otros los até con cuerdas y sogas y los colgué de puertas y vigas hasta que se ahogaron. Confieso que experimenté placer en herirlos y matarlos así. Gozaba en destruir la inocencia y en profanar la virginidad. Sentía un gran deleite al estrangular a niños de corta edad incluso cuando esos niños descubrían los primeros placeres y dolores de su carne inocente.
Contemplaba a aquellos que poseían hermosa cabeza y proporcionados miembros para después abrir sus cuerpos y deleitarme a la vista de sus órganos internos y muy a menudo, cuando los muchachos estaban ya muriendo, me sentaba sobre sus estómagos, y me complacía ver su agonía...
Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el infierno antes de poder creer en el Cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos.
Yo soy una de esas personas para quienes todo lo que está relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo. (...) Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla. "
Redacción propia, información extraida de Wikipedia
De piedra me quedo... Lo que dijo este hombre es la mayor atrocidad escrita que jamás he leído, pero a la vez, una obra de arte y una película de terror. Es tan sorprendente lo que cuenta, como su manera de contarlo...