Iba yo hoy por la tarde a hacer un thread sobre ello maricón de los cojones.
Bueno aporto algunas cartas de prePARADOS a este thread usurpador.
Mi generación es la que ya no sueña
Si pienso en un futuro... en cómo seré dentro de 10 años, no veo nada. No puedo decir "tendré una casa" o "siempre he querido tener dos hijos"
Yo soy una chica de 28 años. Estudié Bellas Artes y me especialicé en diseño, porque siempre pensé que debía elegir una carrera con el corazón y no con el bolsillo: al igual que mi hermana, que estudia Arquitectura, y la veo tan horrorizada y desesperada como lo estoy yo. Estudiar algo que es tan técnico y tan sumamente duro sabiendo que desemboca en una interminable lista de desempleados. A veces pienso que pudo ser una de las peores decisiones de mi vida y que, quizá, debería haberme dedicado a la medicina o la enfermería.
Vivir con los padres, debe estar considerado como un "chollo"por la mayoría de los empresarios pero que para mi modesta opinión es un lastre generacional y una retraso evolutivo para nuestro país. Ya no sólo coarta nuestras posibilidades de independencia, sino que además impone a nuestros padres una especie de deuda perpetua y hace que los jóvenes seamos como una segunda hipoteca de esas de intereses altos.
Hace dos años que busco trabajo y si bien no hay ofertas para diseño, cuando las hay, te ofrecen 600€/mes netos. No hay comentarios al respecto porque los aceptamos sin rechistar. "Al menos gano experiencia" nos decimos... nos mentimos...
No me gusta sentirme como un eterno adolescente. No me gusta tener que pedirles dinero a mis padres si decido tener un poco de vida social. No es justo que mis padres no puedan tener una "segunda juventud" como la tuvo la generación anterior a ellos, que se mataron a trabajar como ellos, pero que cuando sus hijos se independizaron, ellos fueron libres para viajar y tener la clase de felicidad en pareja que los hijos desvían hacia otros propósitos.
Si pienso en un futuro... en cómo seré dentro de 10 años, no veo nada, y eso me angustia como nada. No puedo decir "tendré una casa" o "siempre he querido tener dos hijos". Mi generación es la generación que ya no sueña. Es la generación que cuando envía un currículum no espera respuesta.
Mucha suerte al menos en las quinielas!
Soy un exiliado económico desde hace ocho años y seguramente por el resto de mi vida ya
Tengo 32 años y soy un exiliado económico. Desde hace ocho años y seguramente por el resto de mi vida ya. Como en los años sesenta, pero en el siglo XXI. Como a tanta gente de mi generación, el Estado espanol y el gobierno autonómico (ya sea bajo gobierno socialista o popular) me dieron de lado. No cumplieron ni con sus propósitos ni con el contrato social que supuestamente nos une.
Tenía un trabajo lamentable en la enseñanza concertada, con un contrato por "sustitución" y trabajando hasta 12 horas al día haciendo cosas que nada tenían que ver con la educación. Cobraba por 20 horas semanales, eso sí. En las vacaciones me dejaban en el paro y a ver quien discutía, porque si no al curso siguiente no me volvían a contratar. En cualquier caso, mi problema no era el sueldo, sino la mediocridad del trabajo. Yo solo esperaba -como ingenuo que era- que algún día la inspección educativa apareciera e hiciera algo, pero nunca se intereso por eso.
Podría haber denunciado, pero si lo hacía, primero perdía mi trabajo y luego, a ver cómo afrontaba los costes judiciales y mi día a día. El sindicato (uno de los mayoritarios) tampoco mostró ningún interés por ayudarme en mi situación. Mucha huelga general y mucha democracia, pero que bien sabia arreglarse con la dirección para volver la vista gorda con tal de tener un delegado sindical en el centro.
O sea, que tenía que aguantar la mediocridad en la que me encontraba. Sabia que era cuestión de tiempo, que algún día me iban a echar a la calle como a otros compañeros y compañeras pues no había ninguna intención por parte del centro en hacerme un contrato fijo. Cuando me harté me fui de España. A fecha de hoy tengo claro que no voy a volver, y no por resentimiento, sino porque tengo aquí mi vida y por suerte soy feliz. He mejorado en la vida, he seguido estudiando y hoy por hoy tengo un trabajo mucho mas gratificante que el que tenia en España. Ademas tengo un coche, una casa, una familia y todo lo que no pude conseguir en mi país. Entiendo que no es la solución adecuada para todo el mundo, pero a mi me ha funcionado y no dudaría en recomendarlo a aquellos jóvenes de mi generación que se vean sin futuro y que quieran probar algo distinto. Y el ultimo que apague la luz.
Este país está lleno de gente muy valiosa y de uno u otro modo, a pesar de las injusticias, saldremos adelante
Después de leer muchas de las historias que se están publicando, creo que me puedo considerar muy afortunada. No tengo un trabajo estable, pero hago lo que me gusta, vivo fuera de la casa de mis padres desde los 18 y soy independiente económicamente desde los 24. Hace un año me casé, y ahora, con 30 años, tengo un piso alquilado con mi marido en el centro de Madrid, y muchos planes... Pero no soy ajena a las preocupaciones de los jóvenes de mi generación, puesto que la idea de tener un puesto de trabajo fijo es, para nosotros, también inalcanzable.
Somos investigadores, los dos en el CSIC. Después de terminar dos licenciaturas en París (donde disfruté de una beca Erasmus que quise prolongar durante tres años), me marché a hacer el doctorado en la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona, y allí, con la ayuda de una beca de la Generalitat, realicé también una tercera licenciatura. Entre medias, estancias de investigación en París, Jerusalén y Roma. Cuando me doctoré, en marzo de 2009, la crisis era ya una cruda realidad y temí que no encontraría ninguna otra oportunidad. Me puse a buscar contratos postdoctorales hasta debajo de las piedras, me pasaba los días redactando proyectos de investigación y adaptando mi currículum a los formatos de cada convocatoria. Mientras tanto, hacíamos los preparativos de la boda, los dos sin trabajo, sin saber muy bien qué sería de nosotros, pero con la voluntad de seguir siempre adelante. Las primeras noticias no fueron buenas, pero un día... ¡sonó la flauta!
Alguien renunció a un contrato postoc de tres años en el CSIC, en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales, y yo era la siguiente suplente. Nos teníamos que mudar a Madrid. Así que mi futuro marido, que estaba en el último curso de la licenciatura en Matemáticas en Roma (hay países, como Italia, donde la situación de los jóvenes investigadores es todavía peor que la nuestra), se puso a buscar oportunidades para hacer el doctorado y de nuevo tuvimos suerte: una beca FPI, de cuatro años, en el centro de matemáticas del CSIC.
Así que se puede decir que tenemos el futuro solucionado para los próximos 2-3 años. ¿Y después? Nadie sabe. El tiempo pasa y uno siente que siempre vuelve al mismo lugar. Cada vez que algún ministro dice algo sobre la política de investigación recorro sus palabras buscando alguna buena noticia para nosotros: ¿carrera del investigador? ¿Contratos indefinidos? Los recortes, sin embargo, no auguran nada bueno. No sabemos cuál será la situación dentro de un tiempo, qué habrá sido de la crisis y cuáles serán sus estragos. Y, sin embargo, queremos seguir adelante. Dentro de unos meses nos marchamos a París para una estancia de unos meses, nos planteamos tener familia, y sabemos que quizá habrá momentos difíciles y mucha incertidumbre: ¿pero acaso nos podemos quedar esperando a que se disipe el panorama?
Tenemos amigos en situaciones muy crudas. Gente valiosísima en todos los sentidos, con unas ganas enormes de trabajar, y capaces de cambiar la sociedad con su entusiasmo, su conocimiento, su compromiso. Ellos siguen luchando por seguir adelante, con mayor o menor fortuna, igual que nosotros, igual que todos los que habéis contado vuestras historias. Leyendo el especial Preparados he sentido a la vez tristeza y energía: tristeza por la cantidad de talento desperdiciado y por tanta frustración; energía porque veo que tenemos todavía fuerzas, que este país está lleno de gente muy valiosa y que, de uno u otro modo, a pesar de las injusticias, saldremos adelante.
¡Vente pa' Alemania Pepe!
Y quien dice Alemania dice Reino Unido, Dinamarca, Dubai o donde haga falta.
Para mí en estos momentos emigrar (si, como hizo mi tata en los años 60, con el chorizo en la maleta pero cambiando la precariedad del tren de madera por Ryan Air) es la única solución que veo a este nuestro problema. Tienes estudios, muchos estudios, muchísimos estudios, en toda tu familia no hay primo con más másteres e idiomas que tu pero espejito espejito ¿dime cual es la más parada de todos los primos de mi familia? "Tu Rosalía, tu".
Cuando era pequeña veía a mi abuela, una mujer que no llegó a finalizar la escuela secundaria, mirar con orgullo a mis primos con sus brillantes carreras universitarias acabadas y ya con trabajo a los 27 (la edad que tengo yo ahora). Así que ella decía "Tu estudia y luego colócate, colócate bien y ya verás". Y así yo crecí pensando en que no me iría mal en el futuro. Y si, es cierto, que en ningún momento me enseñó nadie un contrato diciendo "Tu vida va a ser como esa, estudiarás mucho, empezarás como becaria y luego todo irá bien". Eso no estaba escrito en ningún sitio, pero parecía que era una ley inquebrantable de la sociedad, que si yo cumplía con mi mitad del pacto (lo de dejarme los cuernos estudiando, etc etc) que luego la sociedad me daría mi ansiada recompensa.
Pero la recompensa no llega, porque no existe, porque esa ley del estado del bienestar se acabó el día que el castillo de naipes de la economía española empezó a hacer aguas tras el tsunami mundial. Si, la recompensa (ojo, la recompensa es deslomarme y tener a cambio un salario digno, no rascarme las bowlings y que me llegue un cheque mensual de 10.000 €) se ha desvanecido, no hay, puff, se esfumó, es como las pelis de hollywood que nos prometen al hombre ideal o una historia de amor de esas que te ponen los pelos de punta y te hacen pensar "venga, va, la esperanza es lo último que se pierde".
Gracias a la inoperancia de unos, a la falta de colaboración de otros, al desinterés general de los políticos por nuestras vidas, a la de las empresas españolas por tratar a los trabajadores como personas, gracias a todo eso estamos hoy en día como estamos. Frustrados, en crisis, pero en una crisis existencial de no saber para que narices nos meten en la universidad, nos permiten ir a estudiar fuera, hacer másters del universo, formarnos y reformarnos cultivarnos a modo de grandes bonsais del conocimiento humano para luego dejarnos tirados en una esquina languideciendo y pensando en mi profesora de COU que de forma sarcástica y por desgracia premonitoria me contó hace unos 10 años una cosa "chicos, si queréis tener trabajo os habéis equivocado de instituto, os deberíais de ir al de FP porque yo tengo que esperar a que el fontanero venga a verme, pero si necesitase un licenciado en paro, para eso no tendría que esperar mucho tiempo".
Así que como la esperanza es lo último que se pierde no la perderemos, lucharemos, coño, lucharemos por tener un trabajo (lo de la hipoteca es mejor no pensarlo) y un trabajo en el que podamos utilizar nuestro cerebro y lo que hemos aprendido durante tantos años. Me niego a tirar mi cerebro a la basura, máxime cuando voy a trabajar hasta los 70 años. Así que mi solución es irme, lejos de mi tierra, de mi familia y de mis raíces. Me iré y repetiré el viaje de tantos españoles que se marcharon a buscar una vida mejor, a salir del pueblo y de la miseria para poder comer. Yo huiré de la miseria también, de la miseria humana de aquellos que cuando van al congreso de los diputados cada mañana no hacen nada para que los jóvenes de su país (sus empleadores. porque nosotros les pagamos el sueldo a golpe de IVA) tengan una vida digna, un trabajo digno y un futuro.