Un juicio islamista en toda regla. Como los que celebran los talibanes en Afganistán o las milicias extremistas en Somalia. Sin embargo, este proceso tuvo lugar en una masía aislada del Camp de Tarragona. Allí, nueve islamistas, todos ellos de origen magrebí, tenían retenida a una mujer a la que habían secuestrado.
La mujer fue juzgada por sus captores, que habían decidido constituirse en un tribunal islámico y la acusaban de adulterio. En virtud de su extremista visión de la ley islámica, la sharia, los secuestradores decidieron condenarla a muerte, según explicaron a este diario fuentes conocedoras de la investigación.
Por suerte, en un descuido de los dos hombres que tenían encargado vigilarla, la víctima logró escapar de su cautiverio y alcanzar una comisaría de los Mossos d’Esquadra. Según el relato que explicó a los agentes, sus secuestradores estaban planeando ejecutar en breve la sentencia de muerte.
Tras investigar la declaración de la mujer, los Mossos entraron la madrugada del 14 de noviembre en tres domicilios de las localidades de Reus (Baix Camp) y Valls (Alt Camp) y detuvieron a nueve hombres, todos ellos vinculados al movimiento salafista, una corriente ultraortodoxa del islam muy presente en las comarcas de Tarragona, pero que hasta ahora no se había visto salpicada por ningún incidente violento.
El titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Tarragona ha dado credibilidad a lo denunciado por la mujer y ha ordenado el ingreso en prisión sin fianza de siete de los nueve detenidos. Están acusados de detención ilegal e intento de asesinato por el secuestro y la intención que tenían de ejecutar la condena a muerte que habían dictado contra la víctima. También se les imputa el delito de asociación ilícita.
Las especiales circunstancias de este caso, nunca antes visto en España, hizo que las investigaciones fueran llevadas a cabo por la Divisió d’Informació de la policía autonómica, la unidad encargada de los delitos vinculados al extremismo islamista y al terrorismo. La redada fue practicada por agentes de la Brigada Mòbil de los Mossos, a los que no se avisó hasta pocas horas antes de que se llevara a cabo la operación, que fue mantenida en el mayor de los secretos.
Una vez detenidos, y en una práctica muy poco habitual, cada uno de los arrestados fue conducido a una comisaría distinta para que no pudieran comunicarse entre sí.
La extrema confidencialidad del dispositivo, la participación de la Divisió d’Informació y el hecho de que los detenidos fueran todos musulmanes ultraconservadores llevó en un principio a pensar que se trataba de una acción contra una célula terrorista, algo que los Mossos negaron desde el primer día.
FUENTE: ElPeriodico.com