Buenas tardes contertulios.
Hoy voy a hablar de un tema de rabiosa actualidad y de todos conocido, pero que adquiere dimensiones que a veces se nos escapan: el nacionalismo.
Entendemos nacionalismo como la defensa de una identidad propia, basada en hechos discriminatorios como: genealogía, lugar de nacimiento, lengua o raza, frente a la que se considera šextranjeraš. Se supone así que las culturas son realidades cerradas sobre sí mismas, insolubles las unas para las otras e incomparables, cada una de las cuales es portadora de un modo completo de pensar y de existir que no debe ser "contaminado" por las demás ni alterado por las decisiones individuales de sus miembros., dice Fernando Savater.
Los nacionalistas fomentan así la discriminación hacia lo que no es suyo. Poco importa que esta supuesta identidad nacional parta de hechos discutibles o directamente falsos; los caciques regionales hacen suya la verdad histórica y manipulan a sus cachorros para infundirles un odio irracional hacia su enemigo, frecuentemente otro nacionalismo. Asistimos así a una batalla continua en la que unos tratan de imponer su visión a los otros y las nuevas generaciones nacen marcadas por la mentira y la xenofobia.
šEl nacionalismo es una enfermedad infantilš, decía el gran Albert Einstein.
En este país que se ha dado en llamar España estamos siendo víctimas de diferentes nacionalismos, con o sin estado propio, que amenazan la convivencia pacífica y el respeto entre los seres humanos. šDivide y vencerásš dice el refrán, y el nacionalismo divide, agrieta y separa en su lucha constante contra la noción de humanidad.
Después de esta definición, que espero no haya agotado al lector, paso a analizar los diferentes nacionalismos de los que somos víctima día a día los españoles:
El nacionalismo gallego: de carácter fundamentalmente cultural, posee su rama política en el izquierdista BNG (Bloque Nacionalista Galego). Su origen debemos buscarlo en la represión de la cultura gallega llevada a cabo por los Reyes Católicos y, más recientemente, por Franco.
El nacionalismo catalán: quizás el más antiguo de los nacionalismos, se justifica en la identidad lingüística de Cataluña, aunque más recientemente ha pasado a manipular la historia a su antojo inventando unos imaginarios šPaíses Catalanesš. Las formaciones políticas nacionalistas son tanto de izquierdas como de derechas, lo que unido al peso demográfico de Cataluña da a este sentimiento excluyente un poder inusitado en la política española.
El nacionalismo vasco: encontramos su origen en la obra de Sabino Arana, cercano a la ideología nazi. Basado en una amalgama de supuestos hechos diferenciales -entre los que se encuentra la raza- tiene como el catalán un importante peso político. La existencia de una rama terrorista -ETA-, alimentada por la educación sectaria de algunas ikastolas bajo control nacionalista, provoca numerosos conflictos y odios a nivel estatal de difícil solución. El presidente Zapatero, como sus antecesores, intenta abrir un camino para el fin de la violencia, torpedeado por el odio recíproco del nacionalismo español.
El nacionalismo español: a algunos les sorprenderá que lo incluya en este artículo. Un nacionalismo no deja de serlo por estar šlegitimadoš en la existencia de un estado propio; se vuelca en la xenofobia, el racismo y el rechazo a lo extranjero.
Tiene su origen y justificación en la educación y la propaganda franquistas, inventores de toda una simbología fascista que resulta atractiva para el público poco culto: así tenemos una supuesta raza Española, y la identificación nacional con el catolicismo, en lucha permanente con el Islam, tan propios de la dictadura.
Recientemente ha encontrado nuevos adeptos a causa de la inmigración y el choque cultural, que han encendido viejos odios en los que se ceba esta tendencia para obtener réditos electorales.
Posee una ramificación política considerable: numerosos partidos de corte ultraderechista como Falange o Democracia Nacional, importantes sectores del Partido Popular, y en menor medida, del PSOE.
Los nacionalistas moderados han encontrado su aliado en EEUU, paradigma del nacionalismo sectario e imperialista, con el que colaboran en su afán de establecer un nuevo orden mundial dominado por el pensamiento único y el liberalismo.