LA CARRERA DEL GLORIOSO.
Recomiendo poner esta canción antes de empezar a leer el relato.
Bandera de España entre 1701 y 1760.
Leyendo un poco de historia sobre la Real Armada Española, me encontré con este capítulo que narra la historia de un navío de línea llamado “Glorioso”, fue botado en los astilleros de La Habana en 1740. Era un navío de 70 cañones y lo mandaba el capitán don Pedro Mesía de la Cerda.
El Capitán Pedro Mesía de la Cerda.
En 1747 el Glorioso traía desde La Habana hacia España cuatro millones de pesos en monedas de plata. El 15 de julio, cerca de las Azores, el navío se topó con un convoy inglés escoltado por tres barcos de guerra que casi lo doblaban en número de cañones: el navío Warwick, la fragata Lark y un bergantín. En aquel tiempo, un navío de América era un bombón: solía llevar caudales a bordo, así que los ingleses le dieron caza. Manteniendo el barlovento con mucho arte, el Glorioso se batió toda la noche, tuvo un respiro al caer el viento durante el día, y volvió a pelear la noche siguiente: primero dejó fuera de combate a la fragata, que se hundió; y tras hora y media de combate con el Warwick en la oscuridad, sin otra luz que los fogonazos artilleros (los españoles dispararon 1.006 cañonazos y 4.400 cartuchos de fusil), el navío inglés se retiró (posteriormente, el comandante inglés Crookshanks fue expulsado de la Royal Navy).
Sin embargo, la odisea del Glorioso no había hecho más que empezar. Siguiendo rumbo a Finisterre, el 14 de agosto volvió a dar con una fuerza británica: el navío Oxford, la fragata Shoreham y la corbeta Falcon. Como en el caso anterior, los ingleses le fueron encima igual que lobos, pero el capitán Mesía y su gente eran de esa casta de colegas que aprietan los dientes y venden caro el pellejo. Los británicos atacaron al navío español, pero tras tres horas de combate y pese a estar dañado, el Glorioso puso en fuga a los barcos ingleses tras provocarles graves daños.
El Glorioso en su último combate contra el Russell (se narra más abajo). Pintura del Museo Marítimo Nacional de Greenwich. Londres.
Fondeó el navío en Corcubión (La Coruña), desembarcando allí su cargamento y cumpliendo la misión. Volvió a la mar para reparar averías en Cádiz, pues vientos contrarios descartaban El Ferrol. Y el 17 de octubre, a la altura del cabo San Vicente, volvió a encontrarse con una fuerza enemiga. Esta vez eran cuatro fragatas corsarias con base en Lisboa y bajo el mando del comodoro Walker: King George, Prince Frederick, Princess Amelia y Duke, que sumaban 960 hombres y 120 cañones. Inmediatamente le dieron caza, aunque el español, resabiado, no reveló su nacionalidad (treta común del mar) hasta que la King George se acercó a preguntársela. Entonces Mesía izó pabellón de combate y le largó al rubio una andanada que le desmontó dos cañones y el palo mayor.
Siguieron tres horas de carnicería muy bien sostenida por el Glorioso; pero al rato se unieron a la batalla las otras fragatas y dos navíos de línea ingleses que navegaban cerca, el Darmouth y el Russell: seis barcos y 250 cañones contra los 70 del solitario español, maltrecho y corto de gente por los combates anteriores y la travesía del Atlántico. Aun así, el capitán Mesía y su tripulación, se defendieron como gato panza arriba bajo un fuego horroroso durante dos días y una noche. Que se dice pronto. Aún tuvieron la satisfacción de acertar en una santabárbara y ver volar al Darmouth, que se fue a tomar por saco con 314 de sus 325 tripulantes. Y al fin, el 19 de octubre -33 muertos y 130 heridos a bordo, agotada la munición, el barco desarbolado, chorreando sangre por los imbornales, raso como un pontón y a punto de hundirse-, el capitán convocó a los oficiales que seguían vivos, los puso por testigos de que la tripulación había hecho lo imposible, y arrió la bandera rindiendo el navío.
El navío de la izquierda es el Glorioso y el de la derecha el Darmouth.
De tal modo, fiel a su nombre, acabó viaje el navío español Glorioso. Había librado tres combates contra 12 barcos enemigos, de los que hizo volar uno y hundió otro; pero la hazaña final no corresponde sólo a quienes con tanta decencia lo defendieron, sino al navío mismo: remolcado a Lisboa por los vencedores para repararlo e izar en él su pabellón, los destrozos se revelaron tan graves que se negó a flotar y fue desguazado. Ningún inglés navegó jamás a bordo de ese barco.
El capitán de la Cerda y sus hombres, que habían sido trasladados a bordo del Prince Frederick y el King George, fueron llevados a Gran Bretaña y recluidos en Londres, donde fueron objeto de admiración por parte de sus enemigos. De la Cerda fue posteriormente ascendido a Jefe de Escuadra (posteriormente Teniente General de la Real Armada y virrey de Nueva Granada) por su valor en combate y la tripulación española superviviente recibió el reconocimiento merecido a su regreso a España.
La defensa del Glorioso se ganó un lugar de honor en la historia naval española.
Fuentes:
-http://es.wikipedia.org/wiki/Carrera_del_Glorioso
-http://www.xtremeteam.es/showthread.php?t=781
-http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/692/no-siempre-fue-una-vergueenza/
-http://www.google.es/