El pequeño Tomás entro corriendo a la cocina , donde su padre estaba preparando la comida.
-¡Papá , papá!.- Exclamó para llamar la atención del padre.- Papá , ¿ me puedes construir una casa en el arbol del jardín?
La pregunta cogió totalmente desprevenido a Ricardo. “ Una casa en el árbol..” pensó.
De repente , ya no estaba en la cocina de su nueva casa, habia rejuvenecido 30 años y correteaba por la orilla de un riachuelo que pasaba cerca de su localidad natal , un pueblecito extremeño situado al pie de una montaña. A su lado , su mejor amigo de la infancia , Luis y su primer amor , Marta. Corrían felices , riéndose , salpicándose , jugando ,cantando..
Entonces Luis se metió por un pequeño sendero que se intruducia en una pequeña arboleda situada al margen del riachuelo .Marta y Ricardo lo siguieron.
Tras recorrer unos cuantos metros , Luis se paro junto a un árbol y señalo a sus ramas.
-Mirad lo que encontré esta mañana.-Dijo Luis.
Ricardo y Marta miraron hacia la copa y allí , entre sus verdes ramas ,cuatro tablas carcomidas simulaban una especie de cabaña.
Los muchachos se quedaron boquiabiertos y corrieron hacia aquel lugar que , a partir de aquel día , se convirtió en su rincón favorito , un rincón en el que Ricardo paso su infancia , del que tiene grandes recuerdos : el aroma de los cerezos en primavera , las largas tardes que los tres habían pasado allí , simplemente hablando , riéndose , sin hacer nada. Recuerda la tarde que a escondidas de Luis, Marta y él se encontraron alli para darse el primer beso . Recuerda , las largas conversaciones donde se contaban sus sueños , sus ilusiones, sus inquietudes . Lo compartían todo.
Y ahora , 30 años después , descubrió aterrado que hacia 20 que no sabia nada de Luis ni de Marta , sus grandes amigos de la infancia, aquellos con los que compartió grandes tardes sentados en su rincón de los sueños , en su rincón secreto , en su casa del árbol.
-¿ Papa? .- Dijo Tomas despertando a su padre de aquel recuerdo
-Claro hijo , claro que te la haré.- Ricardo no sabia decir que no al pequeño Tomas.- Pero ahora tengo que hacer unas llamadas.
Dedicado a la primera amistad, que al igual que el primer amor, nunca se olvida