Ultimamente hay mucho jugo entre el “politiqueo” y la economía, poniendo en duda muchas acciones de la pieza gubernamental. Sin embargo hoy me gustaría proponer algo que me ha invitado a la reflexión, algo relacionado con la lingüística.
Hace escasos minutos, me he enzarzado en una discusión con una compañera de clase sobre la ya tan trillada temàtica de la igualdad de género. El rifirrafe ha llegado a un punto donde he debido de corregir a la susodicha indicándole que el término que aboga por la igualdad de género es la palabra feminismo, mientras que el análogo al machismo sería el hembrismo. Esto es lo que yo pensaba hasta hoy, cuando la susodicha persona me ha indicado que tal palabra, hembrismo, no existía en la base de datos de la Real Academia Española.
Ipso Facto me he dirigido a la página de la institución cultural para comprobarlo, y así es, la palabra hembrismo (con todas sus variantes gramaticales) no consta como tal en nuestra lengua.
Podéis comprobarlo vosotros mismos si accedeis a la página web de la RAE.
La palabra hembrismo no está en el Diccionario.
La palabra hembrista no está en el Diccionario.
Es lo que os encontrareis.
Al percatarme de tal agravio me ha venido a la mente la novela 1984 de George Orwell y su tan mística “neolengua”. Para quien no se haya leído la novela y/o no conozca el significado de tal expresión procuraré de explicarlo de un modo bastante breve.
En la hipotética autocracia que se plantea en la novela, existe un idioma ficticio. Con este lenguaje los líderes del Ingsoc, partido único que domina a la población de una porción del globo llamada Oceanía, pretendían evitar no solo la expresión de ideas contrarias a los principios del partido sino incluso la posibilidad de que tales ideas fueran pensables. En el tiempo en el que se sitúa la novela solo muy pocas personas hablan neolengua pero para el 2050 se esperaba que la desaparición de la viejalengua que sería sustituida por el nuevo lenguaje.
Por un lado, el neolenguaje solo admite las palabras imprescindibles para la comunicación. En tal caso, se busca condicionar el pensamiento de la población en función de los intereses de los “de arriba”. Palabras como libertad en dicha lengua no existían, unicamente se aplicaba con la consecuencia de la preposición “de”, es decir “libre de” (libre de pecado por nombrar un ejemplo).
Las personas pensamos y razonamos en función de nuestro lenguaje, así pues como podemos creer en el significado de lo que conlleva la palabra libertad si no somos capaces de tener un vínculo lingüistico que nos facilite el acceso a tales ideas?
Si extrapolamos la ficción de Orwell a al mundo real, a nuestra lengua podemos ver por donde van los tiros. Y es que realmente no tenemos una palabra que defina a la actitud de prepotencia de las mujeres respecto a los hombres.
No quiero dejarme caer mucho en el terreno de la conspiranoia pero son cosillas que dan que pensar cuando te percatas que tu lengua no es tan rica como otras. Un claro ejemplo es el inglés, donde por ejemplo dispone de una gran cantidad de términos para describir los diferentes actos delictivos en el caso del robo y el hurto en consecuencia de como se ejecute este.
Créeis que la causa de la carencia de esta expresión puede ser premeditada? Sin duda alguna es un tema no tan vistoso como las continuas políticas hembristas que se ofrecen a formar parte del ordenamiento jurídico español, pero que en mi opinión habría que tener en cuenta.
Me gustaría preguntar a los filólogos hispanos, y por supuesto a todos los usuarios y no usuarios del foro, que opinan al respecto y si pueden encontrar ul porque del escaseo de este término. Seguramente habrá muchas más razones que se alejen de lo ya explicado, una de ellas puede ser que la base de datos de la RAE esté dañado, pero eso ya sería otro tema...