Los Hermanos Musulmanes fueron fundados en Egipto en la segunda década del Siglo XX. Se considera a los Hermanos como el primer movimiento fundamentalista surgido en la era moderna y ha conseguido expandirse por toda la región. Su fundador fue un profesor que, en 1928, organizó a una serie de simpatizantes en la localidad de Ismailía.
Podemos decir que esta creación obedecía a una doble intención: política y espiritual. Políticamente, al-Banna se oponía a la presencia británica en su país, afirmando que sólo desde el Islam podía acabarse con la ocupación. De esta forma, defendía la vuelta al califato, que había caído hacía poco junto con el último Sultán de Turquía, depuesto por la revolución, de tintes laicos, en ese país. Podemos decir que, en contraste con el panarabismo que nacería también en Egipto, al-Banna era pan-islamista. Esto es, pretendía una unidad entre los países musulmanes basada en la religión.
En cuanto a la faceta más espiritual, aunque luego entraremos más en detalle en su ideología, si podemos afirmar que era partidario de que el Islam estuviera presente en todas las facetas de la vida y que no se limitara simplemente a quedarse en el ámbito privado.
En un principio, el movimiento fue difundido en las mezquitas por alumnos suyos y la hermandad pronto se extendió por toda la zona. Hábilmente se dedicaron a crear una serie de servicios sociales en ámbitos que el Estado tenía poco cubiertos, como hospitales para gentes sin recursos, programas de alfabetización y otros proyectos sociales que hicieran más fácil la vida a los más desfavorecidos. Ni que decir tiene, que esto les hizo ganar pronto popularidad y atraer más seguidores.
A partir de 1936, fecha del tratado anglo-egipcio, los Hermanos Musulmanes aprovecharon las pretensiones británicas de crear el Estado de Israel, para atribuirse la defensa de la causa palestina. Esto supuso que el movimiento se expandiera por todo el Medio Oriente y que su popularidad continuara aumentando.
Igualmente al-Banna continuó luchando contra la ocupación británica. De hecho, estuvo encarcelado, ya en 1941, por la propaganda que realizaba en su contra. Incluso se apunta que el Movimiento de “Oficiales Libres”, que más tarde asumiría la dirección del país tras marcharse los británicos, estuvieron en conversaciones con la Hermandad, aunque no llegó a existir ningún acuerdo firme.
Es en esas fechas cuando se empieza a asociar a los Hermanos Musulmanes con la violencia, ya que se les acusa de estar preparando una especie de ejercito secreto para llegar al poder. Lo que si es cierto es que su influencia no paraba de crecer mediante sus programas educativos y sociales, lo que causaba preocupación en los partidos políticos que existían allí. La izquierda egipcia los llegó a acusar de enfrentarse más a ellos que a los propios británicos.
La derrota árabe en la Guerra de Palestina en el 48, en la que participaron militantes de los Hermanos Musulmanes, trajo consigo un efecto colateral que preocupó aún más al gobierno egipcio: numeroso veteranos del conflicto, simpatizantes de la Hermandad, volvieron a Egipto armados y entrenados para la guerra. Esto llevó a que el gobierno los ilegalizara, algo que se repetiría muchas otras veces. A esto, se unió el asesinato de su fundador, al-Banna, en 1949, cuya muerte no llegó a investigarse siquiera.
Ya con un nuevo dirigente pudieron volver a la legalidad en 1951, con la prohibición expresa de toda actividad militar. La realidad es que no cesaron de realizar pequeños ataques a las tropas británicas en la zona del Canal de Suez.
No es de extrañar por lo tanto que, cuando los “Oficiales Libres” toman el poder en 1953, en un principio cuenten con los Hermanos Musulmanes como aliados. De esta forma, cuando se ilegalizan los partidos políticos, permiten a la Hermandad que obtenga un estatus privilegiado como “asociación no política”.
Esta colaboración, no obstante, duró poco: la vertiente más fundamentalista de los Hermanos Musulmanes, de la que era responsable su nuevo dirigente, abogó por una radicalización de las acciones y exigió al nuevo gobierno que les permitiera realizar una labor de control sobre la “pureza” religiosa de sus leyes, a lo que, obviamente, el gobierno se negó. Es entonces cuando los Hermanos empiezan a enfrentarse a los dirigentes de su país, que deciden volver a ilegalizarlos en 1954, deteniendo a todos los líderes, aunque por poco tiempo.
El nuevo tratado entre británicos y egipcios firmado en 1954 proporcionó una nueva excusa a los Hermanos para enfrentarse al gobierno. Para ellos, el tratado era demasiado desfavorable para su país, negando cualquier negociación con Gran Bretaña. Nasser sufre un atentado, que se atribuye a la Hermandad, del que sale ileso por poco y esto hace que más de mil militantes sean apresados y juzgados.
A pesar de este golpe y de que algunos de los miembros más moderados del movimiento se alían con Nasser, lo cierto es que los Hermanos siguen desarrollando sus actividades de manera clandestina. En 1956 se vuelve a descubrir un intento de golpe contra el gobierno, lo que conlleva nuevas detenciones.
Desde entonces, los Hermanos han pasado por etapas donde han estado más o menos visibles, pero su presencia nunca ha dejado de notarse. Igualmente han pasado por momentos donde imperaba la radicalidad a otros más moderados.
A partir de la década de los 80, los hermanos Musulmanes sufren escisiones que hacen que las ramas más radicales la abandones, como al-Gama’a al-Islamiyya o Yihad Islámica, que comienzan a luchar mediante atentados contra el Gobierno.
Esto no es óbice para que la Hermandad continúe sus actividades, atrayendo cada vez más simpatizantes. De hecho, en los 90, a pesar de seguir prohibidos, su ideología se vuelve más abierta y esto lleva a que Mubarak, debido a presiones externas que le obligan a una cierta reforma democrática, acepta que se presenten a las elecciones, aunque como independiente, no como partido.
El caso es que su éxito es absoluto y solo la no existencia de elecciones libres hace que no gobiernen el país en la actualidad.
Su secreto, al igual que el de otros movimientos más o menos radicales como Hamas, es que continúan el trabajo social entre sectores desatendidos por el Gobierno. Esto les ha dado una fuerza difícil de cuantificar.