Si de una reunión en una sede de Esquerra Republicana salen dos asesinotes en proyecto o dos proyectitos de asesino con una bala sin percutir clavada en una foto de Albert Rivera justo en medio de la frente y con un reguero de mercromina figurando sangre, siniestro montaje que empaquetan y llevan a casa del parlamentario catalán, hay que extraer cuatro conclusiones obligadas: la primera es que en las sedes de Esquerra hay o puede haber armas, puesto que nadie tiene munición sin pistolas ni pistolas sin munición; la segunda es que hay voluntad psicológica y política de emplearlas para amedrentar y, eventualmente, matar a adversarios políticos, que para cualquier pistolero pueden serlo todos; la tercera es que la policía, si tan necesaria institución existe aún en Cataluña, tras identificar a los prototerroristas debería haber entrado ya en todas las sedes de ERC para requisar las armas y munición que puedan esconder allí; y la cuarta es que la apología del terrorismo que pistoleros sin arrepentir de Terra Lliure instalados en cargos directivos de ERC han perpetrado en TV3 anuncia con la llegada de nuevas camadas de jóvenes terroristas un previsible rebrote del terrorismo nacionalista en cuanto pierdan las elecciones o se les tuerza el aparejo del pollino nacional.
Añádase a esta predicción que, como en la época primigenia del terrorismo catalanista, los medios de comunicación barceloneses, públicos o privados, han ocultado cuidadosamente estos episodios violentos que preludian otros más violentos aún, porque la ley mafiosa que rige en esa desdichada sociedad es que nadie «de dentro» empañe la excelente imagen que los catalanes amontillados y masinos -como misinos del MSI, pero del mas de Mas- tienen de sí mismos, lo cual refuerza la sensación de impunidad que gozan los aprendices de asesinos y garantiza que finalmente matarán. Hay voluntad, móvil y ocasión. Sólo falta la oportunidad temporal, que decidirá el jefe cuando lo decida. En sede parlamentaria, probablemente. O más cómodamente, en sede partidista.
Recuérdese que con la vil complicidad de Manuel Marín, en los despachos del partido de los terroristas sin arrepentir de Cataluña, o sea, Esquerra Republicana, se preparó el asalto a la sede de la COPE hace dos años, encabezado por un diputado y acompañado por una banda de presuntos periodistas, signifique lo que signifique ese término en la Cataluña actual. Y que a esos mismos despachos se retiraron los asaltantes enmascarados sin que Marín haya querido investigar nada. Ah, y recuérdese que los que pueden guardar munición, y por tanto armas, para amenazar de muerte con verosimilitud a sus enemigos políticos, son socios de gobierno de Zapatero y Montilla, los cómplices.
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