Mar, una autónoma de Barcelona que este viernes se ha visto obligada a salir a pedir dinero por las calles de San Sadurní de Noya para hacer frente a la ruina a la que le está llevando su inquiokupa.
"Estoy separada y tengo una niña de 10 años que ha tenido que renunciar a extraescolares y a todo. La pobre ya no me pide nada, sólo las cosas del cole. Y a veces ni si quiera puedo llegar a eso -relata con la voz entrecortada-. El otro día le mandaron comprar un compás y tuve que escribir a la profesora para decirle que hasta el lunes no lo podía llevar porque no teníamos dinero. No hay derecho a que una niña viva así y tenga que comer pollo todos los días porque a este señor le de la real gana".
Una inmobiliaria se encargaría de buscar al inquilino perfecto: alguien con solvencia económica con el que ella ni siquiera tendría que tener contacto. Ellos mismos le facturarían el alquiler y le pasarían las rentas cada tres meses. Incluso la convencieron para pagar un seguro que, teóricamente, haría frente a un posible impago.
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"Te dicen que, en caso de impago, ellos se hacen cargo, pero la realidad es que, si lees la letra pequeña, ni siquiera te cubren un año", advierte.
De hecho, según Mar, la "chulería" de su inquiokupa no sólo le está afectando a ella, sino también a sus propios padres, que viven muy cerca de él y ya incluso evitan salir a la calle para no tener que encontrárselo. "Van para 80 años y están sufriendo mucho con todo esto, porque ven que no tiene ninguna intención de marcharse ni de pagar y yo estoy literalmente arruinada -explica a Libre Mercado-. Un día mi madre, que encima acaba de pasar por un cáncer, se lo cruzó en la calle y le dijo: ‘Señora, ¿qué pasa? ¿Que le hacen falta un par de cartones de leche para su hija? No se preocupe, que yo se los compro, pero de aquí no me va a sacar nadie’".
"Ya lo doy por perdido, pero necesito venderlo para poder pagar todas mis deudas y empezar de cero. Es lo único que tengo después de 20 años pagando la hipoteca, pero es que de verdad que ya no puedo más", lamenta. Y no puede ni físicamente, ya que esto le está agudizando la enfermedad de Crohn que padece desde hace años, ni económicamente. De hecho, su principal temor es que llegue un momento en el que no pueda hacer frente a la hipoteca. "Si me lo embargan, me quedo sin piso y con muchísimas deudas, y entonces sí que ya me tiro por el balcón".
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He puesto algunos trozos pero merece la pena leerlo entero. Hace que me hierva la sangre. Además el inquilino es un chulo hijo de puta. El caso es esperpéntico. Y ojo también con las empresas que te pagan la renta del alquiler a ver si tienen todas letra pequeña como la de este caso. Y por supuesto en Cataluña que se olvide de que el Gobierno mueva un dedo por echar a un okupa.