A principios del Siglo XX
Pues estaba viendo unas páginas del madrid antiguo, y me he topado con esto...
Si lo hubieran llegado a hacer, sería mas alto que la torre eiffel (que por aquel entonces estaba en construcción)
Imaginaros el tremendo pique con los franceses 
El edificio más alto del mundo pudo estar en Madrid
Hace algo más de un siglo, un arquitecto español propuso la construcción de un gigantesco monumento para conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América. Su altura era mayor que la de la Torre Eiffel de París, y podría haber sido el edificio más alto del mundo. Su construcción habría cambiado la fisonomía de Madrid y probablemente su futuro. Es una pieza fundamental en la historia de las transformaciones imaginadas para la ciudad y que nunca llegaron a hacerse realidad.
ENRIQUE DOMINGUEZ UCETA
En 1892 se conmemoraba en Chicago el cuarto centenario del descubrimiento de América con una Exposición Universal. El arquitecto español Alberto de Palacio presentó un proyecto de monumento a Colón que mereció el Primer Premio de la Exposición Universal, pero nunca llegó a construirse.
Quedó como una de las utopías colosales que mostraban una confianza casi ilimitada en la capacidad técnica y económica de América, interpretada por los constructores del Viejo Continente.
El proyecto estaba pensado para hacerse realidad en la ciudad de Chicago, sede de la Exposición Universal, pero no llegó a construirse, por lo que Alberto de Palacio hizo una segunda versión del mismo para levantarlo en Madrid, en el Parque del Retiro.
A pesar de que recibió valiosos apoyos políticos, la crisis de los años 90 del siglo pasado no era el mejor momento para levantar en Madrid el edificio más alto del mundo, y resultó imposible financiar un proyecto descomunal pensado a la escala del gigantesco desarrollo y riqueza de Estados Unidos de América.
España, su futuro enemigo en la guerra del 98, no tenía capacidad económica para hacerlo realidad.
De la misma manera que la torre Eiffel había cambiado la silueta y la escala de la ciudad de París, coincidiendo con la Exposición Universal de 1889, Alberto de Palacio planteó su Monumento a Colón para la Exposición de Chicago, que coincidía con el IV Centenario, tan sólo tres años más tarde.
El monumento habría sido una consecuencia del éxito de Eiffel, buscando la realización de otra construcción más grande, más alta y más costosa que la de la capital francesa.
Pero era un proyecto de menor calidad, ya que carecía de la abstracción geométrica, la depuración formal y la lógica constructiva de la torre de hierro de Eiffel, que anticipaba un arte no figurativo.
El proyecto del arquitecto bilbaíno venía lastrado por la literalidad simbólica de su forma y por el desfase entre ésta y la sencillez constructiva.
Alberto de Palacio ideó una gran esfera metálica de 200 metros de diámetro que iría colocada sobre una gigantesca peana de 100 metros de altura. Con estas dos piezas se igualaba la altura de la torre Eiffel (300 metros), y sobre ella se colocaría un gran faro, que mostraría la altura en que el monumento superaba al parisino.
La esfera representaba el planeta, con los continentes y océanos representados en su superficie, y en la cúspide aparecía una reproducción de la carabela Santa María con Colón y su tripulación a bordo. La diferencia entre la torre Eiffel y el monumento a Colón no era sólo de altura.
La esfera ocupaba un volumen descomunal de 4.180.000 metros cúbicos, y una superficie de 125.000 metros cuadrados.
Una peana de 100 metros
El gigantesco peso de la estructura metálica debería sustentarse en la gran peana de 100 metros de altura que se haría en la nueva técnica emergente del hormigón armado, ya que su rigidez y su peso deberían estabilizar la esfera frente a los empujes laterales del viento, que encontraría una gran superficie sobre la que ejercer su fuerza, ya que el interior estaría cerrado y ocupado por diferentes instituciones.
«La parte interior de la esfera reproducirá la bóveda celeste en el momento del desembarco. En sus distintos pisos habrá salas de conferencias para congresos, bibliotecas colombinas, museos arqueológicos del mundo español y americano, museos zoológicos y botánicos, teatro, salones de música, observatorios y colegios astronómicos, grandes restaurantes dando a las cuatro orientaciones, un gran hotel para alojamiento de turistas e iglesia; en fin, un pequeño mundo con todo lo referente al descubrimiento de América por Cristóbal Colón», según la descripción del espacio interior que hizo Alberto de Palacio Anduiza, nieto del arquitecto, en el libro Madrid no construido.
En la peana se situaba el vestíbulo de entrada con una imagen titánica de Cristóbal Colón y el proyecto desarrollaba un previsible repertorio alegórico propio de la época.
Otros aspectos eran de mayor interés, como la plataforma que recorrería el ecuador de la esfera, con 14 metros de anchura y más de 700 metros de longitud, a 200 metros de altura, desde la que se podrían haber tenido unas vistas extraordinarias de la ciudad; o la construcción de un tren que recorrería la esfera ascendiendo en espiral.
El proyecto era una utopía descomunal y grandilocuente que no llegó a hacerse realidad, pero que tuvo un amplio eco internacional y mereció elogios fuera y dentro del país.
Alberto de Palacio (1856-1939) ya había hecho otras obras en Madrid como la Estación de Atocha y preparaba su obra más famosa, el puente transbordador sobre la ría de Bilbao (1893).
Elogios de Castelar
Cuando se aproximaba la fecha del IV Centenario del Descubrimiento se planteó la posibilidad de hacer una Exposición Universal en España en 1893. Antonio de Palacio preparó su proyecto de Monumento a Colón, que apareció publicado en La Ilustración Española y Americana en 1891, con un artículo de Emilio Castelar elogiando la idea.
El mismo político diría al año siguiente que el proyecto debería «erigirse en sitio destacado de Madrid, que es donde le corresponde por derecho propio».
La versión madrileña del monumento se ofrece en los dibujos que muestran la colosal esfera elevándose sobre los árboles del Retiro madrileño, junto al Palacio de Cristal -para el que Alberto de Palacio había hecho la estructura metálica- y la iglesia de los Jerónimos. Las nubes cruzan ante la mole a la altura del ecuador y la carabela Santa María navega sobre el Polo Norte, pero el hecho de mayor interés es comprobar lo que habría supuesto su inclusión en el perfil urbano de Madrid.
¿que os parece?
