Mary Tofts fue una sirvienta inglesa, que en 1726 se hizo famosa cuando hizo creer a varios médicos que había dado a luz al menos a 16 conejos.
Cuando Tofts tenía 25 años, estaba casada con Joshua Tofts, un sastre, y a pesar de sufrr un aborto que sufrió en agosto, ella seguía aparentando estar embarazada. Aparentemente rompió aguas y un partero, John Howard, llegó para ofrecer asistencia. Howard informó de que Mary le había dicho que estuvo arrancando maleza cuando vio dos conejos y comenzó a perseguirlos: la evasión de los conejos creo un "deseo de conejo" en Mary tan grande que le produjo el aborto, y desde entonces no pudo pensar en otra cosa que en conejos. Pronto, según Howard, ella comenzó a parir partes de animales: hígado de conejo, las patas de un gato y, en un solo día, 9 crías de conejo. Howard envió cartas a varios de los más importantes doctores y científicos de Inglaterra pidiendo ayuda para investigar el suceso. Asistieron, entre otros, Nathaniel St. Andre (cirujano del Rey Jorge I) y Sir Richard Manningham, el más famoso ginecólogo de Londres. Mary parió varios conejos muertos más en su presencia.
Tofts aseguraba que durante el embarazo tuvo intensos antojos de conejo asado, que intentaba atrapar conejos en el jardín, que se quedaba estupefacta al observarlos en el mercado del pueblo, y que además soñaba con conejos. Basados en su testimonio, los médicos explicaron que los nacimientos eran resultado de esos antojos y obsesiones, ya que las experiencias de la mujer dejaban una impronta directamente sobre el feto, provocando distintos defectos.
Esta noticia causó una gran sensación en Inglaterra gracias a la incipiente prensa, y el conejo desapareció de las mesas. Tofts recibió a muchos curiosos y médicos.
Finalmente, Sir Richard Manningham descubrió el bulo tras descubrir a un portero intentando introducir en secreto un conejo en la habitación de Tofts. Tofts fue forzada a admitir en diciembre que introducía conejos muertos manualmente en su vagina, y que luego los dejaba salir como si estuviera dando a luz.
Tras el descubrimiento, la profesión médica sufrió el escarnio popular por su credulidad.