Tengo miedo.
Escribo esto tras haberme servido un whisky, un culo. En el cuartucho que tengo alquilado hay unas goteras terribles. Y cucarachas, grandes como blatodeos. Voy al grano. Me quedan ochenta euros para acabar el año. Me quedaban cien hace un rato. Una botella de Ballantines, hielo y unas pechugas de pollo. Estos edificios que parecen cajas que lo mismo, en abstracto, los ubicas en Rusia que en Sevilla que en...lugares. Tengo trastornos. A veces los recuerdos malos se me agolpan el pecho y puedo ver como colapso por dentro. A veces los nervios me suben a la boca, otras revientan por el esfínter.
Intento leer, tengo la Odisea aquí, sin tapas casi, he pegado las galeradas al lomo con un poco de cola que afané de un chino. Es la traducción de Segalá, muy académica pero más tosca, desadornada; en vez de "el valladar de tu boca" utiliza "el cerco de tu boca". Voy a servirme otro whisky. Me cuesta leer. Tengo internet gracias a un sniffer, crackeo y reviento la pass en texto plano y utilizo un acer de 2015. Seda.
Tenía una novia hace tres meses. Guapa, graciosa. Se cansó dijo. De buena familia, con bonitos recuerdos de su pasado, ilusiones, el entremanejo completo.
¿Por qué cuento esto? Pretendo no desaparecer. Puede que alguno de vosotros me hospede por un minuto en su cabeza y haga algún manejo, o desencadene una respuesta, yo, lo sentiré de alguna manera, vampirizando la atención, quizá, sólo necesito miles de espejos en los que reflejarme. Para no irme todavía.
Erik Satie, lo descubrí gracias a la Rayuela de Cortázar, y luego vino Emile Cioran, son la misma persona para mí. Satie y él. En realidad mi novia no me dejó, fui yo. No podía soportar su vida, su presencia física y psíquica me refiero, ilusiones baratas, emociones superfluas y dos tetas perfectas. Es así. Siempre ha sido así.
A mediados de Julio se me disparó la cabeza, empezaron a aparecer por el rabillo del ojo, manchas primero, luego formas y ya por último fantasmas, quizá. Los veo hacer sus cosas, como cruzar habitaciones, sentarse en una silla que tenga cerca, algunos me miran, otros no. Pero los veo.
A veces creo que Dios es un pianista malo. Mi Padre estuvo en el talego, tres años, robo con violencia, era un pibe y tomaba anfetas. Pobre cabeza. Lo malo de las drogas, dicen, es que te acaban en la religión.
Tengo miedo. No quiero pegarme un tiro pero lo haría. Me daría pena de los objetos que deje, me refiero al portátil, el vaso, el whisky, por que o bien la entropía o bien alguien me despojaría de ellos, es decir, al morir ya no puedes rendir acciones en este lado.
Si no me mato todavía es por que al igual que no me dejo engañar por la alegría no me seduce la tristeza. Sé que las decisiones fulminantes son igual que las malas decisiones pero encima tienden a ser irreductibles. Esto último no tiene sentido, a menos...a menos que digamos que las buenas decisiones tampoco....el mundo como Voluntad y Representación.... se me cae la cabeza de ver a Schopenhauer tratando de matar la filosofía con el tratado último.........
Creo que mi principal problema es la soledad. ¿Lo llamaban solipsismo? Es...
Es
como
si llevara toda la vida intentando comunicarme
en el más vacío y crudo de los espacios infinitos
y
me sintiera
solo,
pero no solo por un rato
solo por siempre.
Bueno, viviremos otro día.
Salud! Compañeros.