Llegas con toda la ilusión del mundo dispuesto a compartir algo con la comunidad. Una noticia, una reflexión, un vídeo, una opinión personal. Intentas ponerle cariño al texto, eligiendo las palabras adecuadas, cuidando las frases, dotando de coherencia al discurrir de los párrafos. Acompañas con una foto, un gif, un vídeo ilustrativo. Referencias ese dato polémico, porque sabes que los escépticos terminarán por pedírtelo.
Lees el resultado. Aquello no suena bien. Lo cambias. Lo vuelves a leer. Quieres que todo sea perfecto, quieres transmitir tu pensamiento, abrir la ventana de tu mente al mundo de la forma más clara posible. Sabes que va a haber personas que invertirán su tiempo en intentar desgranar tus ideas, tratando de comprenderte, analizarte, rebatirte.
Ya está. Ya lo has hecho. Tu pequeño engendro está listo para empezar a caminar. Has puesto todos tus esfuerzos en darle forma y prepararlo para el mundo más allá del botón azul. Cuán lejos llegue, dependerá en parte del tiempo que ha estado incubando. Aun así, tú estarás ahí para guiarlo, para ampliar información, para aportar nuevo material, para aclarar conceptos. Es tu pequeña obra y no quieres que nada salga mal. Ya está. Creas el tema y cierras el navegador, imaginando durante unos minutos cómo serán las respuestas que recibirás.
Es entonces cuando empiezan a aparecer la legión de tristes y amargados que corrompe todo lo que toca. Argumentos vacíos, estupideces, falacias, desviaciones, insultos, bromas manidas, cansinas y repetitivas. Alguna respuesta seria encuentras, pero son un oasis en un páramo de mediocridad e inquina. Más que enfado lo que sientes es tristeza, pena, de ver cómo algo que podría haber sido bonito y constructivo termina en la misma mierda de siempre, con los mismos de siempre, dándole vueltas a lo mismo de siempre.
Como garrapatas succionadoras de vitalidad, te van amargando hilo tras hilo, consumiendo tus energías. Pobre de ti, pensaste que podrías demostrarles lo equivocados que estaban elaborando una concienzuda respuesta. Nada más lejos de la realidad, tan sólo pierdes el tiempo, sacan una frase de contexto y en dos líneas te despachan tildándote de cualquier cosa. No hay debate, no hay buen rollo, tan sólo personas grises que van de hilo en hilo esparciendo su oscuro veneno.
Te hartarás, y le contestarás mal a alguno de ellos. Entonces te reportarán y te comerás un punish, dos, tres, hasta que adviene tu primer aggro y ves, desde la más absoluta impotencia, cómo los canallas campan a sus anchas mientras tú, que dedicas tiempo y esfuerzo a crear contenidos, no puedes participar porque "te has saltado aquella norma", también conocido como "me caes mal y voy a buscarte las cosquillas".
Los hilos de los indigentes intelectuales triunfan, que si ayuno de 21 días, que si me voy a vivir a la calle, que si quiero mucho dinero y qué tengo que hacer. ¿Para qué molestarse en abrir buenos hilos si luego a nadie le importa? ¿Para que te los desvíen los tristes y te los cierren? ¿Para recibir hostias por todos lados sin poder responder porque te castigan? ¿Qué sentido tiene? ¿Qué incentivos hay?
Hoy por hoy no veo ninguno, se me están quitando las ganas de escribir nada serio, creo que me voy a sumar al club de los mediocres y me voy a apuntar a decir gilipolleces y a hacerme el tonto. Es lo que hay. Tóxicos, que sois unos tóxicos.