La semana pasada mi madre me llamó, muy nerviosa, para contarme que al abuelo le estaba pasando algo. Que si podía echar un vistazo.
Le he preguntado por los motivos y me ha dicho que se desaparece y que la abuela no sabe nada, que lo ha visto llorando en el baño y una vez en el garaje lo vio golpear la pared con los puños como un demonio.
Mi abuelo siempre ha sido una persona bastante anodina, vamos, de los que no atraerían a ningún biógrafo. Tuvo seis hijos, de los cuales, cuatro se murieron en la infancia, fue pastor en la Guareña y se la pasaba de lunes a domingo en los campos. Un día se enteró de que un primo suyo estaba rondando a su mujer y que se había propasado un tanto y lo fue a buscar y de tan mala suerte que, antes que estaban fuertes, lo dejó parapléjico de un golpe mal dado. Se echó a la montaña y deambuló como un maqui, alimentándose como podía, mientras lo buscaba la guardia civil y por resumir un poco acaba alistándose en la Legión.
En los años siguientes le manda postales a mi abuela de varios puntos del norte de África y bastantes giros de dinero que hacen que la situación económica de mi familia prospere. Mi abuela no es una mujer muy culta y no le dio mucha importancia, fue mi padre ( profesor de historia en secundaria) quien le dijo a mi madre que era muy raro que un legionario mandase cartas con remites de Nigeria, Chad, Congo, Zambia, Uganda, Sudán, Libia. Pero mi madre le quita interés al asunto, diciendo que serían equivocaciones de correos, que su padre estuvo destinado en Marruecos y de ahí no salió hasta que se pudo licenciar diez años después.
Volvió a casa y cogió a toda su familia ( mi abuela , mi madre y sus hermanos ) y se mudaron al norte, sin explicación concreta, donde al parecer mi abuelo había comprado una casa en la ciudad, en Oviedo. Metió a mi madre y tíos en los mejores colegios, como el Hispania, vamos que recibieron una educación excelente, pasando del analfabetismo de los campos a acabar todos estudiando carreras.
Los siguientes años, del regreso, los pasa muy tranquilos. Bebe bastante pero no se emborracha ni se mete en problemas, está en su casa. Pero dos veces al año se marcha una semana, diez días, dice que se va ver unas tierras que tiene de unos parientes, que de ahí saca las rentas con las que viven hasta ahora y con ese pretexto en febrero y en noviembre se esfuma, todos los años, durante al menos quince.
Esto ocasiona serias dificultades en el matrimonio hasta que mi abuelo se lleva un febrero a mi abuela y le enseña unas tierras y unos supuestos familiares y ella deja el tema, al fin y al cabo el está manteniendo a su familia con un nivel impensable para un pastorcillo de la época.
La cosa queda ahí, ya el más pequeño es adolescente y un buen día mi abuelo cae rotundamente enfermo. Lo llevan a no sé que oncólogo de prestigio y le dicen: - "Gumersindo" ( no es su nombre real) le quedan días de vida, arregle sus asuntos y despídase, que sus órganos están a punto de colapsar -
Esto dio un vuelco a la familia, lágrimas, desesperación. Lo más sorprendente fue la respuesta de mi abuelo: - No doctor, no es mi día aún.
Mi abuela cuenta que salieron de la consulta, pararon en una cabina, mi abuelo se puso medio loco al teléfono, por los gestos que hacia; pues mi abuela estaba en el coche, y que cuando volvió al coche estaba más sereno y se encendió un cigarro, mi abuela le dijo ¿Cómo vas a fumar, para como estas? El respondió que nada, que estaba arreglado. ¿Cómo arreglado?
Al día siguiente, dice mi abuela que vino un cartero distinto, y mira que los de antes eran como de la familia, dijo que sustituía a Horacio, mi abuela fue a agarrar el paquete pero el cartero dijo que tenia que entregarlo en persona; total que mi abuelo sale corriendo lo agarra y se mete en el cuarto.
El cáncer remitió por completo.
Así como anécdota curiosa, ahora que recuerdo, una de mis primas dice que una vez vio al abuelo sin camisa, de espaldas ( tenemos la coña familiar de que nunca va a la playa ni a la piscina...) y que tenia una calavera inmensa tatuada y que le pudo ver claramente los números 666 tatuados. No le di mucho crédito a mi prima, pues nunca he apostado mucho por su estabilidad mental.
Bueno, que me lio. Le he dicho a mi madre que me iba a coger la moto y que me daría un garbeo a ver si lo veía. Y vamos si lo he visto. A eso de las once del lunes pasado, entra en la comisaria del CNP y sale con una mochila bastante pesada que no tenía al entrar.
Va caminando hasta la parada del autobús, yo lo sigo a cierta distancia y veo que saca el teléfono del bolsillo y acto seguido me suena el mío. Veo que es mi abuelo el que me llama, aparco la moto se lo cojo y me dice:
- Hola XXXX, dile a tu madre que me la paso bebiendo donde el Paco y ven a verme a casa el próximo sábado. Tenemos que hablar.
Pues eso, que estoy acojonado, no sé bien que puede estar sucediendo, ni si viene de lejos. Pero este sábado creo que saldremos de dudas.
¿Algún consejo? Estoy muy nervioso.