Empiezo por el principio.
En navidades me regalaron un juego de mesa bastante raruno, Betrayal at House on the Hill, tan raruno que tiene 3 manuales y dos no puedes leerlos hasta que pasen ciertas cosas en el juego, pero el caso es que tenía buena pinta. Llevaba desde entonces intentando animar a colegas y a gente del curro para jugar, pero son demasiado cool para los juegos de mesa, porque son para críos.
Finalmente consigo que un colega del curro, Herion, albanés y un Socially Awkward Penguin de tomo y lomo se apunte, no con abundante entusiasmo, a una partida de prueba. En el último momento me da por invitar a una china (Yang) del curro con limitadas habilidades en el idioma de Shakespeare, a la que sugerí que se pasara por mi casa si le apetecía jugar a un juego de mesa. Cabe destacar que tiene un 8 de cuerpo (aunque lo oculta bien) pero una cara de pan de china que asusta y tira patrás.
Primeramente llega Herion, me iba a poner a explicarle las reglas mientras le ofrecía una cerveza producida en mi propia bodega, pero pensé que era mejor esperar a que llegara Yang. Así que nos pusimos a hablar de tonterías; empezamos a hablar de fútbol, del tiempo, de lo cabrones que son nuestros jefes, uso de levaduras de champagne para cervezas de alta graduación... y de Yang. Al parecer le hacía tilín a Herion. No lo culpo, es un cuerpazo penetrable, aceptable si ignoras otros defectos, y a los tipos del este les van las mujeres sumisas, algo que esta chica era definitivamente. No te aflijas Herion, dije, pues yo seré tu wingman y el oriente vendrá a ti, usando el inglés antiguo que me gusta gastar cuando me creo muy guay.
Entonces llaman a la puerta. "Es Yang". Bajo al portal, abro y me encuentro a Yang sonriente (¡carapán!), escotada y rodeada con una minifalda impresionantemente poco visible, caderas con inclinación libidinosamente estudiada y una botella de vino barato bajo el brazo (Muscadet 2011 para los interesados).
Helado sin saber qué hacer ella se acercaba poco a poco a mí aprovechando mi estupefacción, hasta chocarse contra mí y me miró a los ojos como esperando que fuera a dar el siguiente paso. Su expresión cambió bruscamente cuando se asomó Herion por la puerta, y sobre todo cuando éste empezó a echar espuma de la cerveza por la nariz ante el nada sutil panorama.
Valiéndome del arte del hacer como que no pasa nada, subo con Yang, los hago sentarse, le doy papel para que se limpie a Herion y empiezo a explicar las reglas del juego. Llevaba ya la mitad del primer libro de instrucciones, abstrayéndome de la violenta situación, cuando me di cuenta de que pasaban sobradamente de mí, una defraudada y el otro dolorido, intercambiando miradas de extrañeza y vergüenza.
A tomar por culo, pensé, así que sugerí que como no estaban de ánimo íba a poner el projector y una peli. Entre "Daddy Did The Babysitter" y "I Love Small Tits Vol.5" encontré un DVDScreener de Django: Unchained y consideré que era la mejor opción vistas las alternativas y el estado de la situación.
Mientras ajustaba los parámetros técnicos para la proyección, Yang se empeñó en hacerme comida china, y mientras me mandaba mensajes al móvil (?¿). Herion tenía una mirada en la que se fundían una divertida mezcla de ira y confusión.
Al final puse a reproducir Django. De puta madre, pensé, hemos salvado una noche incómoda. Y una mierda. Si hubiera puesto "She's only 18 Vol.6" se habrían sentido ofendidos y se habrían ido, y habría disfrutado de una noche tranquila regodeándome en mi superioridad emocional.
Mi destino fue otro. Por los nervios acabé sentado en el medio del sofá, Yang a un flanco y Herion al otro. Django, para el que no lo sepa, es una película bastante violenta de casi 3 horas con un abanico de acentos de inglés bastante extenso, lo que significó 3 horas con la china tapándose la cara y abrazándome y frotándose, y acercándose a mi oído preguntándome con voz sensual porque no entendía una de cada 3 palabras. Todo esto ante la atenta y asesina mirada de Herion, pero a Yang le importaba un pimiento y no se cortaba.
Al final de la película jugué la carta del uff-qué-tarde-es-y-mañana-tengo-cosas-que-hacer para mandar a ambos a sus puñeteras casas. Se podría haber acabado ahí, pero no.
Hacia las 3 de la madrugada llaman a la puerta, miro por el telefonillo y es Yang. De puta madre, me ha salido una stalker. Me hago el longui y en un alarde de inteligencia pongo el móvil en silencio. Al instante me llega un mensaje de ella, diciendo que se ha dejado la botella de vino (miro y es cierto, sospecho que lo tenía planeado) y si se puede pasar a recogerla. Llama a otros telefonillos y algún gilipollas abre, Yang se pone pues a aporrear un poco mi puerta (el timbre no funciona). Sigo haciéndome el sueco y finalmente desiste y se va.
Al día siguiente en el trabajo Herion me deja caer que soy un traidor y que sabe que Yang vino después a mi casa porque la siguió. Le dije que no, que no la dejé pasar e hice como que no estaba en casa, sin embargo no me cree y me suelta unas cuantas palabras que sospecho son tacos y palabras feas en albanés.
¿Qué puedo hacer para recuperar la confianza de mi amigo?