¿Los últimos días del Ministerio de Cultura?
¿Debe existir un Ministerio de Cultura? La pregunta, recurrente, vuelve a la agenda, después de que el consejero de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Ferràn Mascarell, afirmara el viernes pasado que, si por él fuera, cerraría la institución (y redigiría su presupuesto a las comunidades autónomas). Ayer mismo, Joan Ridao, el portavoz parlamentario de Esquerra Republicana de Catalunya, afirmó en el pleno del Congreso que aprobó la Reforma de la Constitución que si el Gobierno quiere reducir gastos, podría ir cerrando los ministerios que no sirven para nada. Ridao no nombró explicitamente a Cultura, pero...
"La desaparición de Cultura es una vieja aspiración de los partidos nacionalistas y, en especial, del catalanismo. Quieren que se transfiera todo, y, sobre todo, que desaparezca el organismo que promociona la cultura española como tal, como española", explica la diputada socialista Carmen Calvo, ministra del área entre 2004 y 2007 y, antes, consejera de Cultura de Andalucía durante 12 años. O sea: que las ayudas al cine, básicamente, las repartan las comunidades, que la acción en el extranjero lleve la marca 'Cataluña' o 'Madrid' o 'Andalucía', en vez de 'España' y que el Prado, la Biblioteca Nacional y el Archivo de Salamanca, entre otros, se conviertan en organismos autónomos dependientes de Presidencia.
En la práctica, el Ministerio de Cultura ya tiene los poderes muy recortados por las transferencias a las comunidades autónomas. Su presupuesto, algo más de mil millones de euros, es más pequeño que el del Gobierno de La Rioja, por ejemplo. Y la legislación que aún está por desarrollar en el área (básicamente: una nueva Ley de Derechos de Autor) desborda las competencias estrictas del Ministerio.
Pere Bosch, diputado de ERC en el Parlament de Catalunya y responsable del área de Cultura del partido lo tiene muy claro: "Esto es, simplemente, un tema de lógica competencial. No tiene ningún sentido institucional que el Gobierno trabaje en áreas que están transferidas a las Comunidades Autónomas y que, en un Estado plurinacional, como reconoce la Constitución, no le corresponden. Y lo mismo ocurre con las políticas de bienestar social, con las de vivienda...". Eso sí: Bosch admite que en su reivindicación hay un segundo motivo "ideológico" que puede tener que ver con el desapego a España.
Pero no es tan sencillo.
"Existen responsabilidades culturales del Estado que están recogidas en la Constitución, que están en nuestra tradición política y a las que no se puede renunciar. La cultura española es mucho más que el sumatorio de 17 culturas autonómicas, es una de las culturas más identificables del munddo y el Estado tiene la responsabilidad de promoverla y garantizar la colaboración entre comunidades". El que habla, esta vez, es Miguel Ángel Cortés, secretario de Estado de Cultura entre 1996 y 20000. "Otra cosa es que las responsabilidades del Estado en ese área cultural se cumplan con una forma administrativa u otra".
O sea: mediante un ministerio o mediante una secretaría del Estado. Y aquí es donde, de verdad, el Ministerio de Cultura se la juega. ¿Rebajará Rajoy la categoría política de Cultura si por fin llega a la Moncloa? Nadie en el PP quiere responder ya a esa pregunta, pero en la tradición del partido está esa línea. Los gobiernos de Aznar tenían ministros de 'Educación y Cultura' (el propio Rajoy ocupó el cargo) y sus gobiernos regionales siguen, a menudo, la misma costumbre.
"El hecho de optar por una Secretaría de Estado o por un Ministerio no da igual", explica Cortés. ¿Por el precio? ¿Abarata el 'servicio' tener un secretario de Estado en vez de un ministro? "No, por eso no. La diferencia de coste es irrelevante".
¿Entonces? "La estructura es la misma. Yo convertí una Secretaría de Estado en un Ministerio y no cree más plazas de funcionarios. Otra cosa es que sí hubo más proyectos y más inversión", replica Carmen Calvo. "La desaparición del Ministerio ha sido siempre la manera que ha tenido el PP de decir que piensa invertir menos en Cultura, no un esfuerzo por ser más eficientes".
Claro que lo de invertir menos en Cultura no es una manía exclusiva del PP. Calvo sabe que sus sucesores han manejado presupuestos mucho menores a los que ella dispuso ("En el global, sigue siendo mucho más de lo que gastó el PP en la era Aznar") y ni Zapatero ni Rubalcaba tienen ya aquel perfil de 'hombres de cultura' que cultivaban en los buenos tiempos. En 2009, los rumores apuntaron a que Zapatero iba a prescindir del Ministerio de Cultura al cese de César Antonio Molina. El propio Molina responde al teléfono a EL MUNDO pero elude comentar las presiones para la desaparición de la institución. Sólo dice una cosa: "Sería un error, sería un error muy grave, porque el área de Cultura es la que une al Estado".