Luis Pérez se dirigía a jugar al golf. Era una mañana cualquiera de sábado, con poco tráfico a las nueve y media. Sin embargo, al dar la curva que bordea las instalaciones de la Mutua Montañesa se encontró una imagen brutal: un coche estaba empotrado contra un árbol. Varias personas corrían a su alrededor "con mucho nerviosismo", mientras una columna de humo negro se hacía cada vez más evidente. Paró su coche a unos metros y salió corriendo hacia el coche accidentado, un Opel Astra oscuro, de tres puertas. "¡Están dentro, están dentro!", oyó que gritaban. Y entonces comenzaron los nervios para él: "Varios testigos habían sacado al piloto, habían echado el asiento hacia adelante y por ese hueco lograron sacar a la chica, que estaba tumbada en el asfalto, inconsciente".
Ella ha sido la única superviviente de un accidente que ha tenido en el fuego su peor enemigo: "El coche era un amasijo de hierros y el copiloto tenía el cinturón de seguridad puesto, los pies aprisionados y la puerta estaba atascada". Estaba insconsciente, dice. Así que cogió una botella de agua "que siempre llevo en el coche para dar de beber a la perra" y lo echó por encima del asiento, por donde el fuego comenzaba a avanzar a una velocidad de vértigo. "No sirvió de nada, buscábamos como locos un extintor pero nadie tenía. El guarda de la Mutua Montañesa consiguió uno pero era muy pequeño. Paramos un autobús urbano que bajaba pero era también muy pequeño y no sirvió de nada", dice enumerando la impotencia de saberse perdedor en una carrera contra el fuego. Cuando llegó la Policía Local, "que tampoco tenía ningún extintor en sus coches patrulla, ya era tarde". Lo dice sin maquillar con adjetivos la dureza de lo que vio. "La velocidad de las llamas fue impresionante, el foam del asiento ardió en segundos y no pudimos hacer nada más".
Lo siguiente que escuchó fueron las órdenes de los agentes que le pedían que retirara su coche, que estaban a punto de llegar los bomberos, que dejara libre la vía mientras veía cómo acordonaban la zona por riesgo de explosión y las radios llamaban con urgencia a "ambulancias medicalizadas".
Ahora, horas después de haber asistido a semejante desastre, no puede evitar las preguntas con condicionales. "¿Y si hubiera tenido un extintor en el coche?", se pregunta en voz alta al recordar cómo incluso sacó la rueda de repuesto por si estuviera debajo. "¿Y cómo es posible que los coches de policía no tengan un extintor para casos así?". La rabia se mezcla ahora con las imágenes "que no consigue borrar de la cabeza", mientras la policía trabaja por identificar a los pasajeros y la ciudad trata de recuperar una calma que la tragedia le robó la mañana de un sábado cualquiera.
Setenta metros de frenada
Setenta metros de larga frenada, el tramo que recorrió el Opel Astra antes de acabar estrellado contra un árbol en la Avenida del Faro y sufrir un accidente que se ha cobrado la vida de tres jóvenes de los que aún no se ha facilitado su identidad.
Eran poco más de las nueve y media de la mañana cuando el turismo en el que viajaban dos chicos y dos chicas ha dejado un negro sábado en Santander. Por el momento se desconocen las causas por las que el turismo que circulaba por la Avenida del Faro, en sentido hacia el campo de golf, ha perdido el control tras la curva de la Mutua Montañesa y se ha salido de la calzada hasta acabar empotrado contra un árbol.
Como consecuencia del impacto, el vehículo se ha incendiado, y poco se ha podido hacer por los ocupantes que viajaban en su interior, de los cuales dos de ellos han muerto carbonizados dentro del coche antes de que llegaran los servicios de bomberos y las ambulancias; el tercero fue rescatado por varios viandantes y se le ha intentado reanimar durante tres cuartos de hora, pero no ha sido posible; y la cuarta fue atendida en el lugar de los hechos y trasladada poco después en una UVI móvil al Hospital Marqués de Valdecilla. Fuentes policiales han confirmado a este periódico que el equipo médico que atendió a esa cuarta pasajera dijo que su estado era muy grave, aunque, en principio, no se temía por su vida.
La zona ha estado acordonada hasta las 13.00 horas, desde la Mutua Montañesa hasta la entrada hacia Cueto. A las 11.45 ha llegado la médico forense para levantar los tres cuerpos sin vida de los jóvenes, por delegación del juez de guardia y ayudada por la policía científica. Los bomberos municipales han tenido que desguazar completamente el coche para poder excarcelar los cuerpos de los dos pasajeros que habían quedado carbonizados, por mucho que los viandantes intentaron sacarlos antes de que el fuego lo devorara. La operación ha terminado a las 12.45 horas, cuando se ha levantado el último cadáver.
Por el momento sigue sin confirmarse la identidad de los cuatro ocupantes, ya que los dos que estaban dentro del coche cuando éste se ha incendiado han quedado carbonizados, y de los otros dos todavía no se había hallado ningún documento identificativo.
Testigos, papel clave
Dos personas que pasaban por el lugar, un anciano y un chico en moto, han sido los testigos del impacto del coche contra el árbol, según ha señalado la Policía Local. Ellos han sido los primeros en acercarse al coche siniestrado, justo antes de que empezara a arder, para auxiliar a los ocupantes en un espontáneo dispositivo al que llegó por azar Luis Pérez. Entre todos sacaron del coche a una de las chicas (la que iba detrás del piloto) y al propio conductor. Sin embargo, por los otros dos ocupantes no han podido hacer nada ya que el vehículo ha comenzado a arder.
Según la Policía Local, en el vehículo viajaban dos chicos y dos chicas. Antes de que llegaran los servicios de auxilio han fallecido el copiloto y la chica que viajaba detrás de él. La tercera víctima ha sido el conductor del vehículo, que ha fallecido en el lugar del siniestro después de haberle intentado reanimar durante más de media hora.
La cuarta ocupante, que viajaba detrás del asiento del piloto, ha sido la única que ha sobrevivido al accidente. Tras ser trasladada al Hospital Valdecilla de Santander con un fuerte golpe en el abdomen, según los primeros informes, confirmados por este periódico, su vida no corre peligro.
Hasta el lugar del accidente se han desplazado 16 agentes de la Policía Local con el jefe Luis Hernández al frente, cuatro coches de la Policía Nacional, dos camiones de Bomberos y cuatro ambulancias y los concejales de Santander Pedro Nalda y Gema Igual.
En la vía por la que circulaban, la velocidad está limitada a 50 kilómetros por hora. Tras un tramo recto, el trazado dibuja una curva hacia la izquierda, y ha sido ahí, tras salir de dicha curva, donde el asfalto muestra el inicio de las marcas de los neumáticos en plena frenada, a la altura de la puerta que da acceso al Parque de Mataleñas por la Casa de los Guardeses.
Conozco esa carretera, limitada a 50, no voy a opinar en gran medida porque aun es pronto para saber que leches ha pasado, pero si tengo claro que a 50 no haces 70 metros de frenada ni intentandolo, decir igualmente que me ha llegado que ya venian haciendo el tontaina por toda la ciudad, en plan vueltas varias a la misma rotonda picando rueda, etc, pero como digo, eso no entro a valorarlo hasta saber si es o no cierto, Una Pena.
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