La dinámica asimétrica sobre las relaciones sexuales está bien explicada desde el punto de vista de la biología evolutiva, y el género humano se encuentra en buen paralelismo con el resto de especies con las mismas tendencias en cuanto a dimorfismo sexual. Resulta una ventaja evolutiva que las mujeres sean selectivas con el futuro padre de su progenie, tendiendo a elegir al que le parezca más apto, dado que es la hembra la que tiene mayor carga sobre el coste necesario para la generación de gametos y la gestación. El macho en nuestro caso es la vertiente desechable.
Otras explicaciones vienen de la ideología de género y la teoría constructivista, pero esto es más ficción y acto de fe que una hipótesis demostrada. Es además la misma teoria que argumentará que en este tipo de relaciones la mujer es conquistada como un trofeo y por lo tanto objetificada, cuando realmente lo que existe es competencia entre los hombres por ser aceptados por la mujer de turno, que lejos de ser un trofeo actúa de juez definiendo quién considera el más apto.
Sin embargo, ambos casos se pueden dar. Aunque a la mayoría de las mujeres les basten un par de miraditas y una sonrisa distraída para que el hombre que les guste de el paso de acercarse y emprender un intento de conquista, no es raro encontrar casos a la inversa; por su puesto, lo suelen tener más fácil.