La Fiesta del Orgullo resulta muy curiosa en muchos aspectos. Saca a relucir lo peor de los opuestos a la fiesta y de los bien-queda que la defienden. A mi, por lo menos, me da la sensación de que lo del World Pride solo sirve ya para hacer rabiar a los cuatro trasnochados que están en contra de la celebración, porque España, hoy en día no es un país homófobo. Persisten actitudes y personas poco tolerantes con la libertad sexual de los demás, pero cada vez resultan ser más una aborrecida excepción. Que conste que tampoco me opongo a que celebren el Festival del Orgullo, es una fiesta más en la que un montón de gente desfasa y se lo pasa bien, si a los madrileños les gusta acoger este tipo de eventos que sigan, no sé como me lo tomaría yo en Logroño (supongo que aprovecharía para salir de fiesta).
Lo que me escama de toda la polémica que se reproduce todos los años es la defensa a ultranza que algunos hacen de este día, como si fuera homófobo pronunciarse en contra de su celebración. Yo entiendo que haya gente que se oponga a que se celebre el Festival del Orgullo, como entiendo que haya gente que se oponga a las juergas de los turistas ingleses en las costas mediterráneas. Porque siendo sinceros se llevan ambas celebraciones el canto de un duro, un montón de gente borracha como poetas que han cobrado exhibiendo sexualidad y desfasando; costaría mucho diferenciar entre las 6 de la mañana de Madrid en el día del orgullo y de Magaluf un día de verano cualquiera. Pienso que el sentido de el Día del Orgullo se ha pervertido en favor de una fiesta y un descontrol, turismo de borrachera al fin y al cabo.
Hace tiempo esta celebración tenía un contenido reivindicativo considerable, que trataba de dar visibilidad a un colectivo que sufría una gran discriminación por el hecho de su condición sexual. Hoy en día parece más una excusa para desfasar que un acto de denuncia de la situación que muchos gais padecen. Incluso me resulta frívolo que se argumente a favor de esta celebración el hecho de que muchos homosexuales lo pasen mal en otros lugares del mundo para defender la celebración de este Festival; creo que la situación de muchas personas fuera del mundo occidental no puede denunciarse por medio de una cogorza descomunal. Me parece bien que se organicen este tipo de ventos, pero que no pretendan darnos gato por liebre, es un fiestón y no una jornada de concienciación y demás; y si los vecinos de Madrid protestan puede que no sean homófobos, sino gente a la que no le gusta el descontrol de esos días.