Durante la reciente conferencia del INET en Toronto hubo un libro que acaparó gran parte de la atención, "Capital in the Twenty-First Century" de Thomas Piketty. En su libro, el economista francés advierte de los peligros de la desigualdad económica propiciada por el capitalismo.
Utilizando datos de veinte países durante los últimos doscientos años, Piketty señala una tendencia de crecimiento exponencial en la desigualdad económica que solo se ha visto revertida en el período entre 1910 y 1950 debido a las guerras y a las políticas de fuerte intervención.
Muchos capitalistas argumentan que la desigualdad económica es necesaria para fomentar la toma de riesgos y el esfuerzo. Sin embargo los datos y la historia nos demuestran que, una vez el rendimiento del capital supera la tasa de crecimiento económico, el stock de capital crece de forma desproporcionada frente a la renta nacional. El incentivo entonces deja de ser la toma de riesgos y el esfuerzo, sino poseer para alquilar; favoreciendo aún más la desigualdad económica frente a la distribución de la riqueza.
A día de hoy, en Europa y EE.UU. un 10% de la población acumula entre un 60% y un 70% del ya mencionado stock, sin embargo solo suponen entre un 25% y un 35% de la renta total; y la diferencia sigue en alza. Son anecdóticos los casos recientes de emprendedores que, mediante la innovación y la toma de riesgos, han conseguido equipararse a las grandes fortunas ya establecidas.
Pero si estos "agujeros" en las dinámicas del capitalismo no fueran suficiente, los mecanismos de redistribución de la riqueza parecen destinados a fracasar. Si bien es cierto que en los países más desarrollados las rentas altas contribuyen mucho más a los impuestos sobre la renta, la mayor parte de los ingresos no provienen de los impuestos sobre la renta. Al final, acceder a los servicios que proveen mayores oportunidades acaba siendo una carga para aquellos que no poseen previamente mayor riqueza, aumentando el hecho de que los ricos son cada vez más ricos y la sensación de que aquellos con mayores oportunidades son los que simplemente han tenido la suerte de ser más ricos.
La creciente sensación de desigualdad ha desembocado en el pasado en hechos más o menos trágicos y, aunque los más críticos argumenten que el nivel de vida se ha incrementado lo suficiente para evitar un descontento social que desemboque en acontecimientos tan trágicos como los del pasado, los sucesos más recientes no parecen augurar que el constante crecimiento en la desigualdad económica vaya a tener un desenlace positivo.
"Capitalism simply isn't working and here are the reasons why" en The Guardian
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