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http://www.elmundo.es/elmundo/2009/01/28/espana/1233123400.html
La última decisión del juez de Instrucción Número 14 de Madrid antes de irse de vacaciones de Navidad fue una inocentada nada inocente. Era 28 de diciembre de 2008 y le llevaron al juzgado a dos atracadores de pizza atribulados y a un repartidor con susto e Ibuprofeno en el cuerpo. Unas horas antes de esa comparecencia surrealista, David y Enrique habían protagonizado una gamberrada de invierno que les ha costado, de momento, llevar un mes a la sombra.
Los dos chavales estaban con otros ocho o 10 amigos y amigas en un parque, vieron al 'pizzero' camino de una casa, fueron asaltados por la tentación y se acercaron para robarle el género humeante. El trabajador cuenta que se puso nervioso, que intentó arrancar la moto, que le empujaron y que se cayó al suelo. Pero que no le tocaron un pelo. Cogieron las pizzas, desandaron unos pocos metros, se sentaron otra vez en el banco del parque y se las comieron.
El repartidor avisó a la policía y se fue al médico, que le recetó unos gramos de Ibuprofeno para calmar el dolor de una mano. Cuando llegó la Policía, la pizza había desaparecido, pero el grupo que se la comió no. Seguía en el lugar de los hechos. No se había fugado. Botín: 25 euros de pizza. Resultado: a comisaría y al juez.
El magistrado Carlos Valle entendió "robo con violencia", un delito penado con prisión de dos a cinco años y aplicó el artículo 503 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, o sea, prisión preventiva para los imputados por un asunto sancionado con dos o más años de cárcel con el objetivo de asegurar su presencia en el juicio y evitar su fuga. "O sea, a mis defendidos se les da el mismo tratamiento que si hubieran robado un coche de lujo a punta de pistola o atracado una joyería poniendo un cuchillo en el cuello al empleado", lamenta incrédula Beatriz López García, abogada que aquel día de los Inocentes se topó con el destino.
David y Enrique, desempleados de barrio obrero, gente sin antecedentes, entraron ese día en prisión y no han salido de allí, cárcel de etarras con y sin sangre, violadores, sicarios y alrededores. Conchi fue el sábado a ver a su hijo David. "Le vi un poco apagado. Tiene ganas de salir. Es un chico normal que jamás se metió en un lío. Sólo le pido al juez que se ponga en nuestro lugar"