El PP tiene prisa. y la oposición opina que también miedo. La iniciativa apuntada por los populares a finales de junio y confirmada de inmediato por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de reformar la ley electoral para introducir la elección directa de alcaldes puede cobrar forma antes de los esperado. El PP quiere que la reforma esté vigente y se aplique en las próximas elecciones municipales, en mayo, según fuentes del partido, aunque aún no se ha iniciado la tramitación.
Será en septiembre cuando los populares pongan en marcha la reforma, dentro del plan de regeneración que impulsa el Gobierno, y tiene como objetivo frenar la creciente fragmentación de la política municipal -que es más que probable después de la irrupción de Podemos, como ya empezó a darse en las anteriores elecciones con UPyD- y su consecuencia: la formación de gobiernos municipales multipartitos para impedir que la alcaldía la retenga o la alcance el más votado.
En realidad, son pocos los ayuntamientos en los que la agrupación de los partidos más pequeños desbancan al mayoritario. De hecho, en el 90 por ciento de los más de 8.000 municipios que existen en España gobierna la lista más votada, aunque no tenga mayoría absoluta, como por ejemplo ocurre en Barcelona. Pero las encuestas indican que esa situación puede cambiar en mayo.
La iniciativa del PP, que está dispuesto a negociar con el PSOE y el resto de los partidos, parte de la base de la que ya lo propuso en el Congreso hace cuatro años en vísperas de las anteriores municipales, estando en la oposición, y sin ningún éxito. Lo que el PP plantea es que la lista más votada, siempre y cuando obtenga un 40% de los votos y cinco puntos de ventaja sobre la siguiente, obtenga automáticamente la mitad más uno de los concejales, es decir, la mayoría absoluta. El resto de los concejales serían repartidos entre los demás partidos aplicando el misma sistema de reparto que en la actualidad según la ley d'Hondt, que es un sistema proporcional corregido.
La vicesecretaría de política municipal y autonómica del PP, que dirige Javier Arenas, tiene elaborada la propuesta, que no prevé modificar el porcentaje exigido hasta ahora para poder tener representación en los ayuntamientos, un 5% de los votos.
Son cifras que el PP pone encima de la mesa, aunque las fuentes consultadas en la dirección de los populares están abiertas a estudiar otras que se planteen. Lo que en principio descartan los populares es ir a otra fórmula para la elección de alcaldes, como la que en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero planteó el PSOE: una elección a doble vuelta. Los populares mantienen que en el caso de que la lista más votada no obtenga ese 40% de sufragios, siga rigiendo lo que hasta ahora, es decir, la mecánica de los pactos postelectorales entre diversas fuerzas, lo que en ocasiones da lugar incluso a que pueda llegar a la alcaldía el partido que haya obtenido menos votos. No obstante, es cierto que hasta ahora estos casos son los menos y por regla general, gobierna el partido que ha ganado, con apoyos de otras fuerzas o en solitario.
En el trasfondo de la iniciativa subyace el temor del PP de que la pérdida de mayorías absolutas que prevé, y más después del resultado de las pasadas europeas, le lleve a perder ayuntamientos clave por pactos de izquierda, aunque sean la lista más votada. De ahí que el PP esté dispuesto, aunque todavía no hay una decisión firme, a sacar adelante la reforma incluso en solitario, pese a que siempre ha defendido que reformar la ley electoral debe ser fruto del acuerdo, al menos con el PSOE. Sin embargo Pedro Sánchez ya anunció a Rajoy que no secundaría esta reforma electoral.