Hablando se entiende la gente.
Si hablando no lo entiende, crúzale la cara cuando tengas oportunidad. Un buen bofetón de esos que juntan barbilla con hombro y cuando se quede flipando de lo que acaba de pasar, le dices que la próxima vez se meta en su puta casa a hablar por teléfono a deshoras.