Un incendio consume el Museo Nacional de Río, uno de los más antiguos de Brasil
El edificio está en ruinas y solamente se salvó el diez por ciento de las veinte millones de piezas que guardaba
De acuerdo con medios brasileños, desde 2014 la institución no recibía los más de US$128.000 dólares anuales destinados por el gobierno para la conservación y restauración del museo, lo que conllevó a que algunas paredes del edificio estuvieran agrietadas y descaradas y que muchas conexiones eléctricas estuvieran al descubierto.
Un incendio de grandes proporciones ha consumido durante la noche del domingo el Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, la más antigua institución científica y de historia natural del país, creado por el rey Juan VI en junio de 1818, cuando Brasil aún era una colonia de Portugal. El recinto tenía una colección de 20 millones de piezas, desde momias egipcias, adquiridas por el emperador Pedro I, al fósil más antiguo de América Latina, encontrado en Brasil, conocido como Luzia, de casi 12.000 años de antigüedad. En la mañana de lunes, el fuego ya era considerado controlado y los bomberos se preparaban para entrar en el local para evaluar las perdidas.
El centro guardaba también la mayor y más importante colección indígena y la biblioteca de antropología más rica del país. Las llamas empezaron alrededor de las 19.30 (00.30 hora española), cuando el público visitante ya se había retirado. Todavía no se conocen las causas del accidente, sin embargo, el Museo Nacional sufría por falta de apoyo financiero para la manutención básica de sus actividades. Las imágenes aéreas en la televisión muestran el palacio en la Quinta da Boa Vista completamente tomado por el fuego y la dificultad de los bomberos para controlar el incendio. Antes de servir para exposiciones, el edificio fue casa de la familia real portuguesa.
El museo no recibía integralmente los 100.000 euros que necesitaba para su manutención desde hace cuatro años, según informes de la prensa brasileña. Al menos 10 de los 30 espacios de exposición estaban cerrados y solo 1% de la colección estaba expuesta al público. En este año, la institución llegó a cerrar sus puertas durante 10 días después de una huelga de los empleados responsables de la limpieza del local que reclamaban sueldos atrasados. Desde 1946, el Museo Nacional está asociado a la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), que desde hace tres años también estaba sometida a recortes de presupuesto, como consecuencia de la crisis financiera de Río de Janeiro.
El incendio ha conmocionado al país y a la comunidad científica que vio en el incendio el reflejo de la negligencia de Brasil con su memoria. “Es una catástrofe insoportable”, lamentó Luiz Fernado Dias Duarte, subdirector del Museo Nacional. “Son 200 años de memoria, ciencia, cultura y educación, todo perdiéndose en el humo por falta de apoyo y conciencia de los políticos brasileños”, dijo Duarte en una entrevista a la televisión. Su desahogo encuentra apoyo en la realidad. Cuando el museo cumplió 200 años, el pasado junio, ningún ministro de Estado aceptó la invitación para asistir a la ceremonia. La dirección del museo negociaba con el Banco Público de Fomento (BNDES) fondos para su manutención, incluso con un programa de prevención de incendios. Pero el fuego llegó antes que la ayuda.
El presidente Michel Temer lamentó, en una nota de prensa, la tragedia y dijo que la pérdida de la colección del museo es incalculable para Brasil. “Hoy es un día trágico para Brasil, un día triste para todos los brasileños”. El ministro de la Cultura, Sergio Sá Leitão, aseguró que el incendio era parte de un proceso de negligencia, y que el episodio es un alerta para que lo mismo no suceda con otros museos. Este, sin embargo, no es el primer museo de Brasil que pasa por un incendio. En 2016, la Cineteca brasileña, en São Paulo, perdió una colección de 1.000 películas latinoamericanas por el fuego que llegó a uno de sus depósitos. Tres meses antes, el Museo del Idioma Portugues (Museu da Língua Portuguesa), también en São Paulo, había sido dominado por el fuego.
Entre lamentos y la inmediata búsqueda por culpables, estaba el desahogo del urbanista Washington Fajardo, que fue presidente del Consejo Municipal del Patrimonio Cultural de Río de Janeiro. “Que las generaciones futuras nos perdonen. Somos la gran nación desmemoriada, vagando por el cosmos sin saber lo que fuimos, o que podemos, o soñamos. Ahora son cenizas aquello que debería inspirar a los jóvenes a guiar la nación”.