Venga a escribir la carta que ya es hora.
Pide lo que quieras que yo me encargo de hacerles llegar las cartas.
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Queridos Reyes Magos... de Oriente: sé que es un poco pronto para escribiros, pero como esto va por correo ordinario, nunca es demasiado pronto.
Este año he sido un niño bueno, muy bueno, diría yo. Creo que, de tan bueno que he sido, he llegado a gilipollas.
No he estado implicado en ninguna trama urbanística, pese a que yo me he ofrecido a todas las inmobiliarias como cabeza de turco en caso de que les destaparan algún escándalo, pero nada, ni por esas.
Hasta para ser chivo expiatorio hace falta tener un enchufe.
Por esto, lo primero que os quería pedir era un pisito. Algo sencillito, con tres plantas y un gran salón donde poder juntar a mis amistades y ofrecerles unos cuantos bombones envueltos en papel dorado.
Si no podéis encontrar el pisito, con una concejalía de urbanismo también me apañaría.
También os pediría, como todos los años, el tragabolas. A ver si de una puta vez os dignáis a traérmelo, que llevo pidiéndolo más de veinticinco años y no hay manera.
Ya sé que tenéis mucho trabajo estas fechas y que, además, como venís de Oriente, cuando llegáis a la frontera os miran mal.
No os quejéis que, al menos tenéis un trabajo fijo. Y, como buenos funcionarios, os tocáis bastante las narices, las cosas como son.
Aparte de todo esto, también os pediría que le trajeráis un trabajo a todos los Paquirrines y Antonio Davides que pululan por esta bendita tierra. O eso, o que me traigáis a mí también un chollito de esos, qué sé yo, una madre tonadillera o una novia semi-famosa, con eso me apaño, tampoco pido mucho, aunque si os queréis estirar, un par de títulos nobiliarios también se agradecerían.
La jeta ya la pongo yo, por eso no hay problema.
Siempre a vuestros pies, éste, vuestro humilde servidor.
Besotes.