Ricky Martin y el incesto

#43 Pues yo era el perro, imagínate como me lo pasé.

A mi me llegaron a contar, incluso, que el propio Ricky Martin, con la polla roja como un tomate y brillante como las escamas de un atún, penetró la boca del perro hasta el tope mientras le escupía la mermelada a la abuela de la niña, que estaba disfrutando del espectáculo al igual que el perro.

Parece que la cosa al final se ha saldado debajo del mostrador, como era de esperar.

Aquí te das cuenta cuando alguien realmente tiene un verdadero trauma y busca justicia para que los que hayan hecho daño paguen por ello. O casito y tener la buchaca llena.

Livin la vida locaaa