Los aumentos del gasto que está prometiendo Pedro Sánchez necesariamente tendrán que pasar por una fiscalidad mucho más agresiva sobre el conjunto de la ciudadanía.
Durante su escaso primer mes de gobierno, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ya ha dejado bien claras cuáles son sus intenciones en materia de política fiscal: subir impuestos para así aumentar el gasto público. “Nos guste o no nos guste”, por parafrasear a Magdalena Valerio, los socialistas nos sablearán a todos con mucha más saña. Y quiero remarcar el pronombre todos porque, en contra de la propaganda oficialista, no cabe aumentar apreciablemente el gasto público en España sin que las clases medias paguen mucho más de lo que pagan ahora.
Para demostrarlo, basta con recurrir a las estadísticas sobre el IRPF del año 2016 que acaba de publicar la Agencia Tributaria. Ese año se presentaron 19,6 millones de declaraciones, de las cuales apenas el 3,75% —menos de 750.000 contribuyentes— manifestaron ingresar más de 60.000 euros anuales y solo el 20,7% —4,06 millones de personas— logró unas rentas superiores a 30.000 euros anuales.
Los contribuyentes con ingresos superiores a 60.000 euros anuales le proporcionaron al fisco —solo por IRPF, esto es, dejando de lado cotizaciones sociales o impuestos indirectos— 26.600 millones de euros… El 35% de toda la recaudación. Sí, ha leído bien: el 3,75% de los contribuyentes ya aporta en la actualidad el 35% de toda la recaudación del IRPF. A su vez, los contribuyentes con ingresos superiores a 30.000 euros anuales transfirieron al erario 53.700 millones de euros, esto es, el 72% de toda la recaudación. Por tanto, el 20,7% de los contribuyentes ya aporta en la actualidad el 72% de toda la recaudación del IRPF.
Así las cosas, imaginemos que, según suele afirmar la izquierda, el objetivo del PSOE es el de incrementar la recaudación con nuevos impuestos sobre los más ricos. ¿Cuánto podría cosecharse por esa vía? Si mañana se estableciera un tipo marginal del 100% en los ingresos superiores a 60.000 euros anuales —es decir, todo ingreso superior a 60.000 euros anuales es confiscado por el Estado—, la recaudación máxima que podría conseguirse con respecto a los niveles actuales sería de casi 30.000 millones de euros. Si, en cambio, se fijara el tipo marginal del 100% a partir de los 30.000 euros anuales, la recaudación adicional máxima que podría lograrse sería de 75.000 millones de euros. Es decir, persiguiendo con la mayor saña imaginable a 'los más ricos', apenas lograríamos aumentar los ingresos del Estado entre 2,5 y 6,5 puntos del PIB.
Como es obvio, las anteriores cifras son completamente imposibles de alcanzar: cualquier estimación realista acerca de la recaudación tributaria extra que podría lograrse solo a partir de las rentas altas sería notablemente inferior, dado que los incrementos de la carga impositiva van siempre aparejados a una menor generación de rentas antes de impuestos (amén de que socialmente parece poco probable que vaya a autorizarse a los políticos a que confisquen toda renta por encima de 30.000 o de 60.000 euros anuales). En tal caso, si por ejemplo se aumentara en un 20% el tipo medio efectivo de los trabajadores que ingresan más de 60.000 euros, apenas se lograría una recaudación adicional de 5.300 millones de euros (el 0,45% del PIB), incluso obviando los efectos desincentivadores sobre su generación de rentas.
Siendo así, los aumentos del gasto que está prometiendo Pedro Sánchez —tan solo eliminar la reforma de las pensiones del año 2013 implica un coste anual de 3,1 puntos de PIB— necesariamente tendrán que pasar por una fiscalidad mucho más agresiva sobre el conjunto de la ciudadanía. Los números son demasiado elocuentes: los ingresos agregados después del IRPF entre el colectivo de contribuyentes que ganan más de 60.000 euros anuales ascienden a 65.000 millones de euros; los ingresos agregados después del IRPF entre el colectivo de contribuyentes que ganan menos de 30.000 euros anuales ascienden a 230.000 millones de euros. El primer colectivo, además, tiene muchísima más flexibilidad para reaccionar ante un fuerte aumento de impuestos que el segundo (disponen de mayores facilidades para reducir sus jornadas laborales, marcharse al extranjero o contratar a un buen asesor fiscal que optimice su declaración).
¿En qué caladero cree que estarán más tentados a pescar unos políticos sedientos de mayor recaudación tributaria para poder multiplicar el tamaño clientelar del Estado? Pues, obviamente, en el segundo caladero: allí donde hay más dinero sin gravar y, además, donde resulta mucho menos costoso recaudar.
En definitiva, los impuestos a tecnológicas, a bancos o a las rentas altas son solo la distracción para entre tanto ir extrayendo más renta al conjunto de la población. Los políticos no van solo a por el dinero de los ricos —que también—, sino fundamentalmente a por el dinero de todos los demás.
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