Bueno, como un gran porcentaje de los usuarios de esta web que salgan de fiesta los fines de semana por ahí beberán bebidas alcohólicas no les quiero discriminar hasta mañana, así que seremos solidarios con los adictos al tabaco y al cannabis .
- ALCOHOL -
EL DAÑO
A corto plazo: El alcohol viaja de la boca al cerebro más rápido que el Correcaminos después de compartir una dosis de 'Speed' con sus amigotes del desierto. Como ilustra el Dr. Josep Guardia, psiquiatra del Hospital de Sant Pau en Barcelona y Secretario de la Sociedad Científica de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y otras Toxicomanías: "Cuando ingerimos una bebida alcohólica, la absorbemos a través del tubo digestivo. De allí pasa a la sangre y llega al cerebro en un tiempo récord. Eso sí, las cantidades en las que inunda nuestra materia gris dependen del tipo de bebida, de si el estómago está lleno o vacio, y de la velocidad a la que bebemos. No es lo mismo tomar una copa cada hora que cada 15 minutos". Si tu ritmo despertaría la admiración del mismísimo Ernesto de Hannover, el alcohol se acumulará en tu sangre y provocará una bonita intoxicación etílica que te dejará la corteza cerebral hecha unos zorros. Esa sufrida parte de nuestro cerebro controla todos los aspectos relacionados con la inhibición de la conducta, o sea que, si alteras su funcionamiento, te deshinibirás completamente volviéndote más agresivo, más atrevido, más proclive a las discusiones, más sexual... y más pesadito.
Ahora ya sabes por qué la otra noche, después de pelearte con tu colega por el color de Espinete, acabaste despertándote horrorizado al lado de una mujer de las cavernas en tu cama. Pero aquí no se acaban las malas noticias. Si por la noche te portaste mal, a la mañana siguiente tendrás que luchar con algo peor que la cabeza espesa y los recuerdos borrosos y/o vergonzantes: la temible resaca.
A largo plazo: El consumo excesivo crónico de alcohol es la causa directa de un rosario de patologías. El problema es definir qué significa "consumo excesivo". El Dr. Guardia lo tiene muy claro: "Consiste en beber más de tres o cuatro consumiciones al día. Como consumición entendemos cualquier bebida que contenga 10g de alcohol puro (una caña pequeña de cerveza, una copa de vino o de cava...). Los destilados contienen el doble". Cruza esta frontera y tendras un 69% más de riesgo de padecer embolias y el doble de posibilidades de sufrir hipertensión.
Si lo haces durante 10 años, te colocarás automáticamente en el poco honroso grupo de las personas con riesgo crónico de padecer enfermedades el corazón y/o cirrosis. Al otro lado también te esperan la ansiedad, la depresión, la angustia... y la impotencia. Por cierto, ten cuidado con esas teorías que afirman que el alcohol puede ser bueno para tu salud. "Una copa de vino o cerveza puede disminuir el riesgo de isquemia coronaria, es cierto, pero esa misma copa incide en otras enfermedades como la hipertensión arterial", advierte el experto.
LA RECUPERACIÓN
A corto plazo: Como ocurre en muchas otras cosas de la vida, cuando hablamos del alcohol es mejor prevenir que curar. No bebas nunca con el estómago vacío y hazlo siempre poco a poco. La regla de oro es tomar la segunda copa una hora después de haber dado buena cuenta de la primera. Para hacer frente a la resaca (que no es más que la penosa secuela de la intoxicación alcohólica aguda, un ataque directo a nuestro cerebro y a nuestro hígado) mantente hidratado, come alimentos sanos y zumos naturales... y vuelve a prometerte que será la última vez.
A largo plazo: Si sospechas que estás bebiendo más alcohol del que deberías, no dudes en ponerte en manos de un experto: "Las probabilidades de éxito son muy elevadas, y más aún gracias a la nueva generación de medicamentos que ayudan a minimizar el riesgo de recaídas", comenta el Dr. Guardia.
Si te parece exagerado recurrir a un especialista, pero sospechas que pasas más tiempo del que sería necesario acodado en esas barras de Dios, sigue algunos pequeños consejos antes de que la cosa vaya a más. Empieza por salir de tu casa una hora más tarde de lo normal (sin asaltar el mueble bar...); una vez en la barra, pide algo que no sea lo de siempre (si es sin alcohol, mejor); tómate dos o tres días obligatoriamente libres de alcohol a la semana (sí, una cerveza también es alcohol); y ponte una cantidad límite al día (sí, existe límite para la cerveza). Un dato para que te animes: después de tres meses de abstinencia, recuperarás un 50% de los espermatozoides que antes perecían ahogados en un mar etílico.
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