“El siglo XXI ha de crear por fin la renta básica universal”. Entrevista a Philippe Van Parijs
La entrevista está curiosa. Os comparto algunos fragmentos interesantes:
Me dije: ¿y si desvinculáramos la renta de la aportación al crecimiento? ¿Y si imagináramos un ingreso incondicional: individual, sin control de recursos ni contrapartidas? La gente que cae enferma trabajando demasiado podría reducir su tiempo de trabajo, lo que liberaría empleos para otras personas. Y sobre todo esa base permitiría sustentar a quienes tienen empleos con ingresos endebles o inciertos, o que están en formación. Esto permitiría, por último, subvencionar un paro voluntario, para aquellas gentes que quisieran consagrarse a otras actividades, emprender, etc.
Era radical y coincidía con el ideal que Marx compartía con los socialistas utópicos: una sociedad en la que cada uno contribuiría voluntariamente según sus capacidades (lo que puede pasar por trabajo asalariado o voluntariado) y recibiría en función de sus necesidades. Con una renta incondicional, que garantizaría las necesidades de base, se podría llegar a una situación en la que la remuneración del trabajo no suministraría más que el “dinero de bolsillo”, por retomar la expresión del especialista universitario George Cole. Llamé a esto “asignación universal” porque sonaba como “sufragio universal". Luego me dí cuenta de que no era el primero en haber tenido la idea, y de que se llevaba estudiando desde un pasado bastante lejano.
Grandes economistas (Michael Cohen, Yanis Varufakis…) se han pronunciado a favor de la renta universal. Los políticos le sacan partido, el debate parece prender en Europa. ¿Por qué sólo ahora?
Para comprender que la protección social puede y debe analizarse en términos distintos de aquellos a los que estamos habituados (los de la asistencia o los seguros), hace falta tiempo. Al final de su Teoría General, Keynes explica que ¡son muy raros los responsables de decisiones políticas capaces de absorber ideas a las que se hayan visto expuestos después de los 25 años!
En efecto, nunca como en estos últimos meses, de California a Corea, se ha visto tanto interés por la idea de renta básica incondicional. La necesidad de afrontar el paro sin contar con el crecimiento, que la había inspirado hace treinta años, hoy está asumida mucho más ampliamente. Pese a todo el crecimiento pasado, el paro de los jóvenes y la precariedad se generalizan. Con el cambio climático, la gente se vuelve todavía más consciente del problema que plantea un crecimiento rápido. Y la vuelta al mismo parece de todos modos algo fuera de nuestro alcance: economistas de gran renombre, como Lawrence Summers, hablan incluso de “estancamiento secular”.
Hay marxistas favorables a la renta básica, y neoliberales. ¿A qué nos aproxima, a una sociedad comunista o liberal?
En 1986 la describía ¡como “una vía capitalista al comunismo”! La idea atrae a una izquierda que ha comprendido que se trata de defender la extensión de una libertad real: un poder de negociación fuertemente acrecentado para quienes son actualmente los que tienen menos. Le da a cada persona, sobre todo a los más frágiles, el poder de decir “no” (a propuestas de empleo que rozan la explotación…o si no, a perseguir un matrimonio desgraciado) pero también el poder de decir “sí” (a otras actividades, a proyectos, a la creación de empresas).
La idea atrae a los liberales que le tienen horror a la burocracia y a la tutela estatal, y que quieren de verdad defender la libertad de todos, y no sólo la de los ricos.
Yo no soy muy partidario de mantener este tipo de sistema, pero sin embargo me parece un parche bastante interesante a tener en cuenta para que una parte significativa de la gente no se muera de hambre en la miseria.