Se acercaba la hora de la verdad. Esta vez no nos andaríamos con chiquitas, y con el objetivo de acabar de una vez por todas con el eje del mal, decidimos no escatimar en esfuerzos tanto económicos como humanos.
En la tienda de armas reclutamos a un nuevo camarada, Fred, chico de 1.65m pero con unos biceps como sandias y unos conocimientos de artes marciales amateur-intermedio. También decidimos reclutar a su hermano Pilar, que se había cambiado de sexo hacía un mes pero que aseguraba que los puntos ya estaban casi cicatrizados y que para la hora del combate final ya estaría en plenas condiciones de repartir hostias como panes.
Salimos de la tienda de armas con todo tipo de arsenal. Ahí nos encontrábamos los cuatro, en un Renault Twingo con un maletero lleno de armas al más puro estilo película justiciera, con Fred y Pilar en los asientos traseros y con el ahora bautizado como "aguila roja" de copiloto. Nos dirijimos a nuestra guarida secreta en las montañas de Sierra Morena y comenzamos nuestro entrenamiento.
Durante 3 meses lo dimos todo. Ganamos +15 de fuerza y +10 de destreza cada uno, ya no eramos unos tirillas y Pilar con su +15 de carisma se convirtió en la guía y consejera del grupo. La jodida transexual se había convertido en un elemento imprescindible. También compramos un hurón y 2 hamsters para la batalla, porque ya se sabe... siempre vienen bien.
Después de tanto entrenamiento y sacrificio, disfrutamos de una última cena en la concluimos que ya estábamos preparados para nuestro combate final. No había marcha atrás.
Llenamos el Twingo de armas y munición, y Pilar, Fred, Aguila roja, los 2 hamster, el hurón y yo nos dirijimos a enfrentarnos a nuestro destino...