A mí también me gustaría contar la vivencia que tuve: no quiero demostrar nada a nadie, puesto que rompe tantas leyes de la física que, a menos que lo viva uno mismo, es imposible de creer. Y lo hice justamente por eso: lo hice hace un par de años, en plena discusión en clase de filisofía sobre qué existía y qué no, y qué debíamos tomar como real, yo era por entonces un férreo defensor de la física actual, y que todo aquello que no pudiera ser demostrado mediante esta, no existe. A lo cual, una buena amiga que le encantan los fenómenos extraños, me desafió:
-Si crees que tienes razón, sólo tienes que acompañarnos mañana y, entonces, como no ocurrirá nada, podrás demostrar que estabas en lo cierto.
La verdad es que se lo puse muy difícil, puesto que exigí muchas cosas para que no hubiera manipulación alguna: tablero de madera y triangulo isosceles de plastico (nada que pueda ser magnetizado).
En esto que empezamos y, al cabo de media hora, la cosa se empieza a mover. Le eché la culpa a mi amiga, así que tranquilamente quitó el dedo y se seguía moviendo el asunto. Lo mejor de todo: que era fisícamente imposible, puesto que la punta con la menor angulación del triángulo (la más larga) era la que siempre señalaba las letras (que estaban dispuestas en círculo), por lo que para hacer esos movimientos con esa precisión habría hecho falta un robot. A parte, nos dio cierta información que comprobamos al día siguiente y que era totalmente cierto: quién era, donde y cuándo murió.
Pero como digo, esto es algo que uno mismo tiene que hacer para poder comprobar si es o no es cierto (y hacerlo bien). En mi caso, sé lo que vi, puesto que sé perfectamente que no lo quería ver y aún así, lo vi. Estuve semanas pensando en de qué manera podría haber manipulado aquello para poder engañarnos, y no hay forma alguna de manipularlo.
PD: si algún día lo hago otra vez, me aseguraré de montar un sistema de cámaras para poder hacer un video factible de que eso es real, con multitud de cámaras enfocando todos los planos posibles donde se vea el movimiento que hace la ficha (giraba debajo de nuestros dedos mientras que nosotros únicamente seguíamos como podíamos el movimiento como si fuera una moneda, es decir, que nadie movía el codo intentando hacer girar el triángulo), que como digo, es físicamente imposible.