Ojeando entradas antiguas de uno de los blogs que sigo encontré un artículo interesante que analiza un poco el comportamiento de los usuarios de internet; más concretamente aquellos que se establecen cómodamente desde sus casas y detrás de sus pantallas a menospreciar, injuriar, molestar, insultar (flamear en general) a otros usuarios.
Pone como ejemplo los comentarios de los vídeos de Youtube (creo que TODOS hemos sido partícipes de alguna batalla campal lidiada en esas tierras).
Os dejo con los fragmentos que mejor explican esto que os estoy comentando (ya que el autor explica el post en relación a los comentarios dejados en su propio blog).
¿Por qué somos tan agresivos en Internet?
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Basta que visitéis los videos más vistos de Youtube: la mitad de los comentarios serán injurias, calumnias o directamente palabras soeces, una detrás de otra. Meteos en un Chat y no tardaréis en recibir alguna palabra gruesa o alguna clase de trato vejatorio.
Pero ¿realmente hay tantas personas maleducadas, faltonas, agresivas y odiosas en el mundo? La respuesta es que sí: porque todos podemos ser así según el contexto. Y el contexto digital es un caldo de cultivo perfecto para ello.
La mayoría de blogs y páginas donde la gente tiene libertad para comentar bajo el amparo de un pseudónimo se las ven y se las desean para controlar las lenguas viperinas. Algunos sitios, como Microsiervos, directamente han optado por desactivar los comentarios.
¿Por qué ocurre esto? Los psicólogos lo llaman “efecto de la desinhibición online”.
Este efecto es parecido al que se produce en las grandes aglomeraciones de gente, en las manifestaciones o en las turbas: la individualidad se diluye, aparece el anonimato… y las restricciones normales de la vida quedan atrás. En Internet todos somos nombres en una pantalla: no hay verdadera interacción, no hay miradas, ni gestos, ni inflexiones de voz. Casi nadie diría lo que dice a cara descubierta y con nombres y apellidos por delante.
En este contexto, pues, hay muy pocos incentivos para adoptar las normas sociales habituales.
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En este contexto, el discurso, por muy ilógico o grosero que sea, no acarrea consecuencias: cualquiera puede hacer un corte de mangas y esfumarse. Para siempre. Tal y como pasa en el ámbito de la conducción por carretera o ciudad, otro lugar donde la gente acostumbra a ser más agresiva y maleducada de lo habitual (incluso personas tranquilas y correctas pueden convertirse en bestias vehementes).
Basta retirar la identidad humana y el contacto humano y actuaremos de manera inhumana, tal y como demostraron los estudios situacionistas clásicos de Philip Zimbardo y Stanley Milgram en 1969: en él, los rehenes encapuchados tenían más probabilidades de que los mataran que los rehenes que estabn a cara descubierta.
Pero volvamos al ejemplo de la conducción:
En vez de capucha, tenemos el recinto climatizado del coche. ¿Por qué no cerrar a ese conductor? No lo conocemos y es probable que nunca lo volvamos a ver. ¿Por qué no cruzar este barrio a toda velocidad? No vivimos aquí. En un estudio, los investigadores plantaron un coche en un cruce por delante de varios descapotables y dispusieron que no se moviese, intencionadamente, cuando el semáforo se pusiera en verde. Después midieron la rapidez con que tocaban el claxon los conductores de detrás del vehículo bloqueante, cuántas veces tocaban y cuánto duraba cada bocinazo. Los conductores con la capota bajada tardaban más en pitar, y lo hacían menos veces y durante menos tiempo que los conductores más anónimos con la capota puesta.
Pero recordad lo que dijo Schopenhauer:
Quien insulta pone de manifiesto que no tiene nada sustancial que oponerle al otro; ya que de lo contrario lo invocaría como premisas y dejaría que el auditorio extrajera su propia conclusión; en lugar de ello, proporciona la conclusión y queda debiendo las premisas.
Vía | Tráfico de Tom Vanderbilt
(El blog es una pasada, os animo a seguirlo)
¿Os sentís identificados cuando os ponéis a flamear a otros users? (bueno, me incluyo, que todos tenemos nuestras debilidades).
Creo que el tema da qué opinar, ya que la mayoría de nosotros habrá cometido una fechoría del estilo (sea en el foro, en los comentarios de youtube, en el facebook de Miguel Bosé o en el coche).