'Sugar Babies': cómo pagarse la universidad trabajando como chica de compañía
MARÍA P. BONMATÍ 11 abr. 2018 03:09
- Cristina es una de las ocho millones de jóvenes de todo el mundo que mantienen citas con hombres mayores a cambio de regalos, un nivel de vida fuera de su alcance... y, en muchos casos, estudios universitarios
«Hola. Eres muy guapa y me gustaría conocerte. Esta semana voy a ir a Madrid. ¿Te gustaría un encuentro conmigo? Si aceptas y la cosa fluye, puedo pagarte todo lo que necesites». Ésta es una conversación entre dos personas. Ella es una Sugar Baby, una mujer joven que ofrece su compañía a cambio de una contraprestación, ya sean cenas en restaurantes sofisticados, viajes de ensueño, una cuota mensual o los gastos de una carrera universitaria. Él, un Sugar Daddy, un hombre con un estatus económico elevado. Ambos forman parte de un nuevo tipo de relación que levanta polémica allá donde aparece. «Hablar de Sugar Babies es sólo una manera de edulcorar la palabra prostitución», opina Conxa Borrel, directora de la Asociación de Profesionales del Sexo (Aprosex).
Sin embargo, desde Seeking Arrangement, la mayor web de citas de esta índole del mundo, no lo ven así: «La diferencia entre la prostitución y nuestra página es la dinámica de la relación», matizan. «Mientras que a las trabajadoras sexuales se les paga por servicios sexuales, las Sugar Babies reciben regalos en las relaciones que mantienen. El sexo no es un requerimiento», aclaran fuentes de la página a Papel.
Pero, ¿cómo lo ve una Sugar Baby? «Para mí, lo que ofrece es la oportunidad de encontrar una pareja diferente, una más madura y que ofrezca un estilo de vida más elevado», explica Cristina, estudiante de Derecho y Administración y Dirección de Empresas y, desde hace unos meses, también Sugar Baby.
Su vida es como la de cualquier universitaria de su edad: clase, trabajos y fiestas. Joven, delgada y de estatura media, su imagen no se asemeja a la que se vende de las chicas de compañía. Su actitud, tampoco: «Yo no pongo precios, nunca he buscado que me dieran dinero y nunca he cobrado por estar con alguien, pero es cierto que si ahora mismo dijera que estoy en esta página buscando un Sugar Daddy todos me tildarían de prostituta».
En España existe una especie de vacío legal en cuanto a la prostitución. No hay una ley en el Código Penal español que la prohíba, aunque sí se procesan expresamente el proxenetismo y la explotación. En cambio, en Estados Unidos, país de origen de la página, las leyes estatales penalizan la prostitución taxativamente. No obstante, Seeking Arrangement no ha cesado en su actividad. «Se huye del estigma puta/putero y también se busca un hueco a nivel legal para los estados en los que la prostitución está penalizada», denuncia Borrel.
Contactar con alguien que pueda dar todos los puntos de vista no es fácil. La mayoría de las Sugar Babies se muestran reticentes. Muchas se ofenden cuando se les pregunta por el tema. Finalmente, a través de Seeking Arrangement, apareció Cristina. «No te voy a mentir, he dormido fatal pensando en la entrevista», confiesa mientras le da un sorbo a un vaso de agua. Estamos en una cafetería, un día entre semana, por la mañana. Durante la charla, a veces, se le entrecorta la voz. No le resulta fácil hablar de esto: ni su familia, ni sus amigos saben que ella es una Sugar Baby.
Aunque es complicado encontrar voces del fenómeno, lo cierto es que no para de crecer. El país donde pisa con más fuerza es Estados Unidos (6.536.900 usuarios), seguido de Reino Unido (1.000.000) y Canadá (753.000). España aún está a la cola, pero desde la web afirman que sólo el año pasado registraron 2.000 nuevos usuarios.
Ahora está surgiendo una subcategoría, Sugar Baby University: chicas y chicos (en menor proporción) que buscan un Sugar Daddy (o Mommy) para que les sufrague los estudios: «Tres millones de nuestros usuarios son estudiantes. Un Sugar Daddy ofrece la oportunidad de cubrir todo tipo de gastos universitarios».
Aunque Cristina es estudiante, pagar su carrera no fue la razón por la que se decidió inicialmente a ser Sugar Baby: «Entré porque cada vez es más complicado encontrar pareja. Estuve un tiempo en Tinder, pero salí completamente desencantada. Al tiempo encontré Seeking Arrangement».
Eso sí, no duda en criticar los precios de la Universidad o las trabas económicas para poder acceder a una beca en el extranjero: «Hay cosas que no he podido hacer, como irme de Erasmus. En ese sentido, sí que podría buscar una pareja que me ayude a pagarlo. También me gustaría hacer un máster en una universidad privada».
De momento, Cristina ha tenido tres encuentros. Dos no llegaron a nada, pero con el tercero mantuvo una relación «normal y corriente» durante tres meses. «Rondaba los 35 años y tampoco es que fuera un millonario. Ganaba unos 8.000 euros al mes, tenía dos casas...», describe. De él cuenta que compartieron juntos viajes, días de compras y buenas experiencias.
Esa es, precisamente, la diferencia que encuentra con Tinder: la madurez de los usuarios y el nivel de vida que le pueden dar. Si bien sobre dicha app no pesan los fantasmas: «En páginas como Seeking Arrangement las mujeres no quedan si no hay una prestación», asevera la directora de Aprosex. La estudiante, sin embargo, no lo ve igual: «Creo que cualquier relación está basada en un interés, ya sea físico o intelectual. Hay gente que sólo se acuesta con su novio porque es guapo, ¿no?».
Después de tomar un café, decidimos dar una vuelta. La conversación es más fluida, Cristina está cada vez más cómoda. Es entonces cuando hay confianza para preguntar por lo más escabroso. Extraña que sea todo tan bonito, tan atractivo. «Es verdad que después he hablado con más gente que no ha sido tan agradable», confirma la estudiante. «A veces me han abierto una conversación y, al poco rato, me han preguntado que qué posturas me gustaban en la cama o cosas así», comenta.
¿Alguna vez has ido con miedo a una cita?
No te digo yo que alguna vez no haya ido nerviosa, nunca se sabe, por eso, siempre quedo en un lugar abierto.
Poco a poco nos vamos dirigiendo a la boca del transporte público y vamos concluyendo el paseo. Antes de separarnos, Cristina necesita que quede clara una cosa, quiere acabar con los estigmas: «Sólo quiero destacar que no se hace daño a nadie. Se trata básicamente de un nuevo tipo de relación en la que se llega a un acuerdo en el que los dos están a gusto. Los dos están bien. Yo hago esto porque quiero, no porque me sienta obligada».
http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/04/11/5accea0ce5fdea5b678b4655.html
¿Qué opinión merece que la joven de nombre ficticio Cristina financie su estilo de vida prostituyéndose cuando al mismo tiempo pretende aparentar dignidad?
¿Por qué usar anglicismos cuando en español tenemos "chica de compañía" tal como sale en el título? ¿Acaso da la dignidad buscada por las "señoritas" a un oficio tan antiguo?
¿Es normal y corriente un hombre de 35 años que gana 8000 euros al mes y posee dos casas? ¿Son los requisitos de Cristina para una relación de tres meses?